Ecuador y Colombia, una relación de buena vecindad marcada por desavenencias

El presidente electo del Ecuador, Lenín Moreno, junto a Juan Manuel Santos, presidente de Colombia.

Ecuador y Colombia comparten un pasado fundacional, una frontera de más de 700 kilómetros y unas relaciones bilaterales que se caracterizan por la corrección política, pero que ineludiblemente se han visto marcadas por el conflicto armado en suelo colombiano y sus coletazos en el ecuatoriano.

Los últimos acontecimientos en la parte occidental de la frontera que comparten los dos países, a los que se sumó el anuncio esta semana de que Ecuador dejaba de albergar las conversaciones de paz que mantiene el Gobierno colombiano con el ELN, ponen de relieve la complejidad de una relación que mantienen con altibajos estos vecinos.

«Las relaciones bilaterales son correctas, están estabilizadas y son buenas, pero Ecuador no es ajeno a cuestiones que afectan a las relaciones bilaterales», explicaron a Efe fuentes de la Cancillería ecuatoriana que solicitaron el anonimato.

Señalaron que el Gobierno de su país «es consciente de que las elecciones presidenciales (del próximo 27 de mayo) afectan a Colombia y la labor que realiza en torno al conflicto fronterizo», pero lamentó que esas circunstancias «tienen una repercusión en Ecuador, sin olvidar que es el que paga» los platos rotos.

Ecuador ha sido recientemente golpeado por el narcoterrorismo con la muerte de cuatro militares en ataques con explosivos, el secuestro y asesinato de tres trabajadores de un diario local y el reciente rapto de otros dos civiles, que las autoridades atribuyen a una facción disidente de las FARC liderada por alias «Guacho».

Este grupo, que según fuentes de inteligencia se dedica principalmente al narcotráfico, opera en la provincia noroccidental de Esmeraldas y en el colindante departamento colombiano de Nariño, que alberga la mayor cantidad de plantaciones de coca de ese país.

Los lazos que mantienen en distintos ámbitos Colombia y Ecuador han permitido que esta semana sus respectivas cancilleres acudieran conjuntamente a la OEA para plantear su preocupación por la situación en la línea divisoria común, lo que no impide, sin embargo, que se produzcan algunos elementos de tensión.

«Eso no evita que Ecuador no esté totalmente satisfecho con la actuación de Colombia, es una cuestión de continuo. Hay una constante referencia aquí de la ausencia del Estado de Colombia en la zona de frontera y no solo militar», precisaron las fuentes.

El historiador Enrique Ayala Mora coincide con esa apreciación, pero añade que la ausencia histórica en la zona de demarcación no ha sido únicamente colombiana, sino que «durante años se generó una situación de tolerancia y de hacer la vista gorda ante la presencia de los guerrilleros».

Remarca que particularmente bajo el Gobierno de Rafael Correa (2007-2017) hubo un «acuerdo tácito» o «espacio de tolerancia» para «no permitir que se controlara la frontera», bajo el argumento de que «aquí no había cultivos ni acciones militares».

Y advierte que cuando se llegó al acuerdo de paz de 2016 con las FARC, «la situación cambia porque ya no es una fuerza insurreccional, sino una guerrilla de delincuentes al servicio de los narcos».

La última espiral se precipitó precisamente con la actuación de fuerzas de seguridad contra esos grupos bajo el actual Ejecutivo de Lenín Moreno.

Recuerda Ayala que en la época colonial, Santa Fe de Bogotá y Quito formaron parte del mismo virreinato, conjunción que se prolongó durante la Gran Colombia creada a instancias del libertador Simón Bolívar.

«En 1830 ambos territorios se separan y comienza una larga y compleja relación», recalcó.

Esta implicó cuatro guerras limítrofes, pero también una estrecha y potente relación comercial, particularmente activa en el límite oriental de Rumichacha -hoy en grave desequilibro para los ecuatorianos por la dolarización-, en contraste con los territorios más pobres de la occidental provincia de Esmeraldas.

En 1916 se suscribió un tratado que fijó como fronteras entre los dos países el río Mataje, Rumichacha, y al sur Putumayo, parcela cedida a Colombia y con la que se completó una demarcación que no ha variado desde entonces.

El momento más bajo de la relación reciente se produjo hace una década con el bombardeo de Angostura de la Fuerza Aérea colombiana en suelo ecuatoriano, que acabó con una veintena de guerrilleros, entre ellos el entonces segundo comandante de las FARC alias «Raúl Reyes» y cuatro mexicanos, y llevó a Quito a suspender relaciones durante dos años.

«Hoy en día la relación entre los Gobiernos no es mala y no hay un enfrentamiento de posiciones, pero el desencuentro puede venir del hecho de que ninguno de los dos países tiene control pleno de su territorio», concluye Ayala. EFE

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