Esperanza, cautela o pesimismo de cubanos en Miami ante el relevo de Castro

Ecuador's President Rafael Correa, right, speaks with Cuba's First Vice-President Miguel Diaz-Canel Bermudez during a round table meeting at the EU-CELAC summit in Brussels on Wednesday, June 10, 2015. European leaders and their Latin America and Caribbean counterparts meet on a biannual basis in an effort to maintain international and economic ties. (AP Photo/Geert Vanden Wijngaert)

Los cubanos de Miami aguardan con esperanza, cautela o un marcado pesimismo el resultado de la votación parlamentaria de la que surgirá el nuevo presidente de Cuba, que para algunos es «una oportunidad para el cambio» y para otros «una auténtica farsa».

El excongresista demócrata Joe García, nacido en EE.UU. hace 54 años y recién regresado de Cuba, subraya a Efe que hay consenso en que «hay una profunda necesidad de cambio» en la isla y en que ese cambio no debe ser cosmético sino «quirúrgico».

El relevo presidencial «invita» a una «oportunidad de cambio», que debería ser aprovechada tanto por el Gobierno cubano como por los cubano-estadounidenses, dice García, defensor de la política de apertura a la isla del anterior presidente de EE.UU, Barack Obama.

En el otro extremo están las organizaciones del exilio cubano y otras como Cuba Decide que reclaman «elecciones libres» en Cuba y que la comunidad internacional desconozca al sucesor de Raúl Castro, porque, según proclamaron en una manifestación en Miami, quieren un cambio de sistema, «no un cambio de tirano».

Giancarlo Sopo, uno de los fundadores de CubaOne, una entidad dedicada a conectar a jóvenes de origen cubano con sus raíces mediante viajes a la isla, afirma que el relevo presidencial es «principalmente un cambio simbólico».

Sopo, cubano-estadounidense, dice que no hay evidencia que indique que va a haber «cambios prácticos reales» en Cuba, después de que Raúl Castro traspase la Presidencia a quien sea elegido mañana, aunque concede que «todo está por ver».

Sobre Miguel Díaz-Canel, al que se menciona como el más probable sucesor de Raúl Castro, Sopo, de 35 años, dice que es un hombre del aparato del partido que no aparenta ser «un Gorbachov», en referencia al presidente soviético que sacudió los cimientos de la URSS con la «perestroika» (reestructuración) y la «glasnot» (transparencia).

El exanalista de la CIA Brian Latell, que no es exiliado ni cubano-estadounidense pero sí un gran conocedor de la política cubana y ha escrito tres libros sobre Fidel Castro, dijo a Efe que espera «un alto grado de continuidad en la política interna y las relaciones internacionales» de Cuba.

A su juicio, Díaz-Canel podría intentar «lenta y cautelosamente poner en práctica algunas de las reformas económicas que Castro defendió públicamente pero nunca concretó», pero es «muy improbable» que se produzca «una apertura política real en los próximos años».

«Si es un reformista se cuida mucho de exhibir el menor síntoma. El problema que se presenta es que las tímidas reformas emprendidas por Raúl no han dado los frutos que esperaban. La economía continúa hundiéndose», dice sobre el posible nuevo presidente el escritor, periodista y analista exiliado Carlos Alberto Montaner.

Según Montaner, «al principio será una etapa de espera cautelosa. Luego seguirá otra de inconformidad».

En el mismo sentido se pronuncia Sopo, quien afirma que el nuevo presidente va a recibir «mucha presión en cuanto a responder a las necesidades de los ciudadanos y quizás eso pueda provocar cambios».

Montaner cree que «al principio no ocurrirá nada aunque la contrainteligencia, que es de suyo muy paranoica, aumentará la vigilancia y la represión».

«La tragedia de Díaz Canel es que si quiere que el país prospere tiene que alejarse de las supersticiones socialistas. Si tuviera la inteligencia y el valor de hacerlo en dos años se verían los frutos, pero lo destrozaría el castrismo puro y duro», agrega.

Sobre la posibilidad de que no sea Díaz-Canel el elegido sino Alejandro Castro Espín, hijo de Raúl Castro, otro exiliado, Jaime Suchlicki, presidente del Centro de Estudios Cubanos (CSI), dice que es «dogmático y marxista» y «le pondrá freno a cualquier iniciativa de apertura».

Díaz-Canel, para Suchlicki, «es una figura decorativa en el proceso de Cuba. No es un tipo audaz y no va a retar a los militares».

Para el expreso político Armando Valladares, que estuvo 22 años en las cárceles de Cuba, cualquiera que resulte elegido en la «farsa» del 19 de abril será «un títere» de los designios de Castro, quien va a seguir siendo secretario general del Partido Comunista.

Joe García señala que las posturas monolíticas no van a arreglar los problemas de Cuba y que «lo que está claro es que la posibilidad de cambio se encuentra en los que gobiernan en Cuba y los cubano-americanos», que son a «los que más interesa ver unos cambios» que traigan prosperidad a la isla y también al sur de Florida.

Al respecto señala que la mayoría de los cubanos que viven hoy en día en Miami llegaron aquí hace menos de dos décadas y «ese es un factor esencial para el futuro de Cuba». EFE

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