Francisco publica su primera encíclica

Ciudad del Vaticano, 5 jul (EFE).- Cuatro meses después de llegar al pontificado, el papa Francisco publicó hoy su primera encíclica, «Lumen fidei» (La luz de la fe), en la que subraya la necesidad de recuperar la fe en el mundo actual «en el que la fe es vista como un un salto al vacío que impide la libertad del hombre».

Francisco asegura también que la fe no es intransigente y el creyente no es arrogante y que la fe «sin verdad, no salva».

El papa Bergoglio reitera que el matrimonio es «la unión estable entre un hombre y una mujer» y exhorta a la pareja a cultivar la fe en la familia, con los hijos.

La encíclica ha sido escrita en un tiempo récord y en la misma Francisco recoge las reflexiones sobre la fe escritas por Benedicto XVI antes de renunciar al papado, por lo que está considerada como escrita a «cuatro manos» y se suma a las encíclicas de Ratzinger sobre la caridad y la esperanza.

El papa desvela que Benedicto XVI ya había prácticamente completado esta encíclica. «Se lo agradezco y asumo su valioso trabajo añadiendo al texto algunas aportaciones», señaló, por lo que los observadores vaticanos la consideran la primera de Bergoglio y la última de Ratzinger .

«Es urgente recuperar el carácter luminoso propio de la fe, pues cuando su llama se apaga, todas las otras luces acaban languideciendo», subraya el papa Bergoglio en el texto, en el que asegura que si desaparece la fe en Dios de nuestras ciudades, «se debilitaría la confianza entre los hombres, que quedarían unidos sólo por el miedo».

El texto comienza con una referencia a Nietzsche, que criticaba al cristianismo por haber rebajado la existencia humana, «quitando novedad y aventura a la vida».

El papa señala que para el filósofo la fe era un espejismo que impide avanzar como hombres libres hacia el futuro y que la fe acababa asociada a la oscuridad.

«Cuando falta la luz, todo se vuelve confuso, es imposible distinguir el bien del mal», dice Francisco, que exhorta a los cristianos a «no avergonzarse» de confesar públicamente a Dios, «porque la fe ilumina la vida social».

Francisco afirma que la fe no es un presupuesto que hay que dar por descontado, «sino un don de Dios que debe ser alimentado y fortalecido», y tampoco algo privado o una opinión subjetiva, «sino que nace de la escucha y está destinada a convertirse en anuncio».

El papa Bergoglio destaca que la fe sin verdad no salva, no da seguridad y que por ello recuperar la conexión de la fe con la verdad es hoy más necesario que nunca «debido a la crisis de verdad en que nos encontramos».

«En la cultura contemporánea se tiende a menudo a aceptar como verdad sólo la verdad tecnológica, lo que el hombre puede construir y medir con la ciencia. La verdad grande, la que explica la vida personal y social es vista con sospecha», denuncia el papa.

Francisco asegura que la verdad no se impone con la violencia y no aplasta a la persona y que por ello la fe no es intransigente y el creyente no es arrogante, «al contrario, la verdad le hace humilde».

En el texto, el papa argentino echando mano de Juan Pablo II indica que la fe y la razón se refuerzan mutuamente, que los sacramentos son fundamentales para la transmisión de la fe y que el primer ámbito que la fe ilumina es la familia.

El papa Bergoglio también se refiere a los jóvenes y señala que las Jornadas Mundiales de la Juventud -la próxima será del 22 al 28 de julio próximo en Río de Janeiro- son momentos en los que los muchachos «manifiestan la alegría de la fe, ya que aspiran a una vida grande».

Francisco escribe también que la fe está unida a la esperanza y hace un llamamiento: «No nos dejemos robar la esperanza, no permitamos que la banalicen con soluciones y propuestas inmediatas que obstruyen el camino».

La encíclica está dividida en cuatro capítulos y ocupa 85 páginas.

El primero, «Hemos creído en el amor», trata sobre la escucha de la llamada de Dios; el segundo, «Si no creéis, no comprenderéis», es sobre la relación entre la fe y la verdad; el tercero «Transmito lo que he recibido», se centra en la nueva Evangelización, y el cuarto, «Dios prepara una ciudad para ellos», sobre fe y el bien común.

Los dos papas que conviven en la Ciudad del Vaticano, Francisco y el emérito Benedicto XVI, volvieron este viernes a abrazarse públicamente durante la inauguración de una estatua del arcángel San Miguel en los jardines vaticanos. «Queremos expresar nuestra gran alegría por tenerle aquí presente, junto a todos nosotros. Gracias de corazón», le dijo Francisco a Benedicto XVI.

 

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