El papa reza por los inmigrantes muertos por crueldad del desierto y el mar

Roma, 1 nov (Efe).- El papa Francisco pidió hoy orar por los inmigrantes, a muchos de los cuales «la crueldad del desierto» y la amplitud del mar les ha arrebatado la vida, y también por todos aquellos que se salvaron en busca de un futuro mejor.

El papa presidió esta tarde en el cementerio municipal de Roma (llamado del Verano) la Misa de Todos los Santos, ante miles de fieles y en presencia de numerosos enfermos.

El pontífice retomó la costumbre de celebrar la Misa de Todos los Santos en el cementerio del Verano, como ya hizo Juan Pablo II (1978-2005), y que, sin embargo, abandonó su antecesor, Benedicto XVI (2005-2013).

El Obispo de Roma estuvo acompañado por el alcalde de Roma, Ignazio Marino y al llegar al cementerio fue aclamado por la multitud que le aplaudía y le saludaba «!papa, papa!».

Acompañado por el párroco del cementerio y el obispo auxiliar de Roma, Paolo Selvadagi, el papa improvisó la homilía y dijo que hoy, día de Todos los Santos, «nuestros hermanos y hermanas están con el Señor en el Cielo, gozan de la bondad y de la serenidad, de la salvación, (…) por la bondad de Dios, pues solo podemos entrar en el Cielo gracias a la sangre del cordero».

«Solo la sangre de Cristo salva y nunca desilusiona nuestra esperanza», explicó.

Los primeros cristianos pintaban la esperanza con forma de ancla. Un ancla hacia Dios, y quien tiene esperanza en Dios «se purifica a sí mismo», afirmó.

Al hablar de la cercanía de la muerte el papa dijo: «A todos nos llegará el ocaso de la vida, a todos, y esto hay que mirarlo con esperanza, pues nos da alegría ser recibidos por el Señor. Esto nos da paz».

«Hoy es un día de esperanza -dijo el papa-; nuestros hermanos y hermanas están ante la presencia de Dios vamos a estar ahí, también, por la gracia del Señor si seguimos el camino de Jesús. »

Agregó que también «hoy es un día de alegría, pero de una alegría serena, calmada, de alegría de la paz».

«Pensamos -dijo- en el ocaso de tantos hermanos y hermanas que han precedido al nuestro, que vendrá, y pensamos en nuestro corazón preguntándonos: ‘¿Dónde está anclado mi corazón?'».

A esta pregunta el papa respondió: «Si no esta bien anclado, anclémoslo allá, en aquella orilla, donde están nuestros antepasados, donde están los santos, donde está Jesús, donde está Dios, sabiendo que no desilusiona».

Una vez acabada la misa, el papa oró y procedió a la bendición de las tumbas.

El enorme cementerio, llamado del Verano, es el principal de Roma y está considerado como un museo al aire libre por el gran número de obras y esculturas de siglo XIX y XX pertenecientes a panteones de grandes familias.

Fue instituido a principios del XIX, durante la dominación napoleónica, gracias al Edicto de Saint-Claude que imponía que las sepulturas se ubicasen fuera de las murallas de la ciudad y no cerca de las iglesias o en su interior, aunque la edificación fue llevada a cabo entre 1852 y 1871, según el proyecto de Virginio Vespignani.

Desde el año de su inauguración hasta 1980 prácticamente todos los romanos fueron enterrados en este cementerio, con excepción de los papas, los cardenales y los componentes de la Familia Real italiana.

En este cementerio se hallan las tumbas de personas tan famosas como el poeta Goffredo Mameli (autor de la letra del Himno Nacional italiano), el director de cine y actor Vittorio De Sica, los actores Alberto Sordi y Marcello Mastroianni, el escritor Alberto Moravia y el poeta y escritor Giuseppe Ungaretti, entre otros.

Allí también están enterrados los zuavos pontificios, el cuerpo militar de elite compuesto por combatientes voluntarios, muchos de los cuales murieron en 1870 -en pleno pontificado de Pío IX (1846-1878)- al intentar detener la entrada en Roma de las tropas piamontesas, con la que concluyó definitivamente la unificación italiana. EFE

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