Papa rompe el protocolo y almuerza en un convento franciscano

Jerusalén, 26 may (EFE).- Un plato de espaguetis, un puré «con un trozo de carne más o menos cristiana, algo dura», ensalada y un poco de sandía fue el último menú que el papa Francisco degustó hoy en Jerusalén.

«Un plato de frailes» que el pontífice compartió con cerca de un centenar de franciscanos de la Custodia en Tierra Santa, a los que sorprendió con su inesperada aparición a la hora de comer en el convento de San Salvador, en el corazón del barrio cristiano de la ciudad vieja.

El vicario de la Orden Custodia de Tierra Santa, el fraile franciscano Artemio Vítores explica a Europa Press que fue una verdadera sorpresa. «Nos avisaron de que hoy la comida sería a las 13,00 horas; y media hora antes, nos dijeron que iba a venir el Papa a comer», ha recordado. «Un espectáculo», ha subrayado.

El Pontífice llegó a la casa a las 14,30 horas y los cien frailes presentes, en su mayoría jóvenes, le recibieron «aplaudiendo sin parar», según ha contado el fraile y eso «ha puesto muy contento» a Francisco.

«Fue una comida normal, como todos los días: unos espaguetis, un poco de puré con un trozo de carne más o menos cristiana -algo dura-, ensalada, y para animar un poco, al final, sandía, un poco de helado y un poco de flan«, explicó a Efe el padre Artemio Vitores, uno de los comensales.

«Ha sido muy bonito, ha hablado poco, y nos dicho que él se sentía fraile (…) El Papa tiene un concepto de la minoridad. Hoy me he sentido un poco más franciscano, nunca ha sucedido que un Papa viniera a comer a San Salvador», agregó pleno de orgullo.

La frugalidad en la comida ha sido norma en el primer periplo a Tierra Santa del papa, que ha evitado en todo momento compartir mesa y mantel con las autoridades.

En cada una de sus tres etapas, el pontífice -que antes de llegar a Tierra Santa mostró su disgusto por un lujoso banquete en una de las azoteas de San Pedro durante la última canonización- ha comido o cenado con religiosos o con familias que le han hecho llegar sus inquietudes y deseos.

Hoy mismo, estaba previsto que comiera en el lujoso complejo de «Notre Dame», propiedad vaticana gestionada por los Legionarios de Cristo, pero en el último momento cambió de planes y sorprendió al cocinero franciscano, que no lo esperaba. EFE

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