El transporte público de Quito activa sus frenos contra el acoso a la mujer

El alcalde de Quito, Mauricio Rodas, en el norte de la capital. API / JUAN CEVALLOS.

Una actividad cotidiana como tomar el bus se ha convertido en una verdadera pesadilla para muchas mujeres en Quito, cuyas autoridades han activado un conjunto de acciones para frenar el acoso en el transporte público, que afecta a un 25 % de las ciudadanas de 25 a 40 años, según encuestas.

Los planes incluyen algunas medidas sencillas, como la instalación de paradas de autobús transparentes, con paredes de vidrio que hacen visible el interior, lo integran con el entorno y minimizan las posibilidades de agresión.

Ahora, además, la vigilancia en estas paradas corre a cargo de personal femenino, lo que también contribuye a reforzar la protección a las usuarias del transporte.

Estas acciones se enmarcan en un plan puesto en marcha ante la preocupación que genera este tipo de violencia en la capital ecuatoriana, pues, según encuestas realizadas por el municipio, el 80 % de las quiteñas siente miedo de utilizar el transporte público y el 67 % ha sufrido alguna agresión verbal de tipo sexual.

Las iniciativas forman parte de la estrategia global de ONU Mujeres y, en concreto, del programa Ciudades Seguras, puesto en marcha en 2010 con financiación de la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo (Aecid), entre otros organismos.

La estrategia se combina con otras acciones municipales, como la instalación en la red de transportes de cabinas donde profesionales escuchan y dan apoyo psicológico y legal a las víctimas.

«Le hemos declarado la guerra al acoso contra la mujer en el transporte público y hemos puesto en marcha un programa que incluye la instalación de módulos de atención a las mujeres víctimas de acoso en el transporte en las diferentes estaciones del sistema», explicó a Efe el alcalde de la ciudad, Mauricio Rodas.

ONU Mujeres destaca que los espacios públicos son un ámbito en el que se da la violencia sexual, que puede ocurrir en las calles, en el transporte público, en parques, en lugares de trabajo y en escuelas.

En el caso de Quito, al margen del ámbito del transporte, el 68 % de las mujeres ha sufrido algún tipo de acoso sexual en espacios públicos, según un estudio realizado por el municipio y ONU Mujeres en 2011.

«Esta realidad reduce la libertad de movimiento de mujeres y niñas. Reduce su posibilidad de acudir a la escuela o al trabajo y a participar plenamente en la vida pública», señala el organismo en una publicación sobre este tema.

La capital ecuatoriana forma parte del programa Ciudades Seguras, que se desarrolla en un total de 22 urbes del mundo. La última en sumarse este año ha sido Ciudad de México, también con financiación de la Aecid.

Entre otras acciones se incluyen caminatas nocturnas en las que grupos de mujeres recorren sus barrios para localizar y señalizar los puntos «oscuros» que favorecen la posible actuación de agresores ocultos en la sombra.

Estas caminatas permiten «definir en el espacio qué territorios son riesgosos para las mujeres y de esa manera trabajar en su rescate, dotándolos de infraestructura adecuada, de alumbrado público, mejorando su entorno, convirtiéndolos en espacios que atraigan la convivencia ciudadana», señaló el alcalde.

Según Teresa Araceli Acosta, participante en las marchas, «la idea es implementar un plan en el que las autoridades competentes en esta cuestión puedan ayudarnos a dar un poquito más de seguridad». EFE

Más relacionadas