Papa lleva un mensaje de paz a República Centroafricana

Asistentes vitorean al papa Francisco a su llegada a un encuentro con curas, religiosas y seminaristas en la catedral de Rubaga, en Kampala, Uganda, el 28 de noviembre de 2015. El papa Francisco realiza una visita de seis días a África que le lleva a Kenia, Uganda y República Centroafricana. (Foto AP/Ben Curtis)

BANGUI, República Centroafricana (AP) — El papa Francisco aterrizó el domingo en República Centroafricana, la última parada de su viaje pastoral a África y un país donde la violencia entre insurgentes cristianos y musulmanes obligó a casi un millón de personas a abandonar sus casas en los dos últimos años y dejó una capital dividida.

Niñas vestidas con trajes amarillos y blancos — los colores de la bandera del Vaticano — y autoridades civiles y religiosas del país recibieron a Francisco en el aeropuerto de Bangui en medio de fuertes medidas de seguridad. El avión de Alitalia que trasladaba al pontífice aterrizó justo al lado del campamento para residentes desplazados que se ha levantado en las proximidades del aeropuerto para acoger a algunos de los que huyeron de la violencia.

A la salida de Francisco de la aeronave, la pequeña multitud que esperaba estalló en vítores, muestras de júbilo que siguieron durante el viaje de la comitiva papal al centro de la ciudad, donde fue recibido por la presidenta interina del país, Catherine Samba-Panza, y otros diplomáticos.

Las precarias condiciones de seguridad en la capital, Bangui, habían planteado dudas en las últimas semanas sobre una posible cancelación de la visita. Hace menos de un año, turbas golpeaban a musulmanes hasta la muerte en las calles, llegando incluso a decapitar y desmembrar sus víctimas. Aunque la violencia sectaria mató a al menos 100 personas en los dos últimos meses, los últimos día parecen relativamente tranquilos sin incidentes con disparos.

Muchos esperan que el mensaje de paz y reconciliación del papa marcar el comienzo de la estabilidad a largo plazo en una nación de 4,8 millones de habitantes. Como parte de su viaje, Francisco visitará un campo de desplazados donde se han refugiados cristianos. También acudirá al enclave musulmán de la ciudad, conocido como PK5, para reunirse con líderes comunitarios y desplazados.

La presidenta Samba-Panza dijo a periodistas el sábado que se espera la visita del papa como «mensajero de paz».

«Muchos centroafricanos esperan que los mensajes que dará inspiren una movilización nacional y la concienciación para que los centroafricanos empiecen a aceptarse mutuamente de nuevo, aprendan a vivir juntos y aprendan a avanzar hacia la paz y la reconstrucción del país», apuntó.

En el campo de desplazados del aeropuerto de Bangui, donde miles de personas llevan viviendo casi dos años, hay una sensación de que la situación es peor ahora que en diciembre de 2013. Sandrine Sanze y su familia están de regreso en el asentamiento por segunda vez tras los últimos choques. La primera vez estuvieron nueve meses en el asentamiento.

«Nuestra petición es que con la visita del papa vuelva la paz, que podamos ir a casa y que la vida pueda volver a empezar», dijo sentada en el suelo ante su casa construida con la chatarra que ella y su marido llevaron hasta allí.

La situación sigue siendo tensa y delicada: El arzobispo de Bangui viaja al enclave musulmán de la ciudad escoltado por soldados de paz de Naciones Unidas armados. La capital lleva tiempo bajo un toque de queda a partir de las 20:00 horas, pero pueden seguir escuchándose tiroteos se pueden tras la caída de la noche en los barrios más conflictivos.

En la víspera de la llegada del pontífice argentino, Naciones Unidas trató de asegurar al Vaticano que los aspectos de seguridad estaban bajo control. El responsable de la misión de la ONU, Parfait Onanga-Anyanga, dijo a la Radio Vaticana que los cascos azules y las tropas francesas confiaban en poder mantener a salvo a Francisco y a su séquito.

La comunidad musulmana de PK5 está ansiosa por recibir al papa, apuntó Onanga-Anyanga. A principios de semana, operarios se afanaban para repintar su mezquita de un vibrante verde menta. (I)

Por NICOLE WINFIELD y KRISTA LARSON, Associated Press

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