María Ke Fisherman, del convento a la «celebrity»

MADRID, 20/09/2015.- La diseñadora María Ke Fisherman (2i) tras la presentación de su colección primavera-verano de 2016, en la tercera jornada de la 62 edición de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid (MBFWM), que se celebra en el recinto ferial Ifema. EFE/Zipi

Madrid, (EFE).- Obsesionados con el punto y el ganchillo, el tándem formado por Víctor Alonso y María Lemus, alias María Ke Fisherman, han conquistado a «celebrities» como Lady Gaga, Katy Perry y Miley Cyrus, con sus vestidos de corte futurista, elaborados por las monjas de clausura de un convento en Huelva.

«Estoy loca de contenta con el resultado de la colección, quiero llegar muy lejos, pero sé que lo más importante es tener un buen producto», ha dicho a Efe una aplicada Lemus, que se muestra muy orgullosa del trabajo que cierra la pasarela la tercera jornada de la Madrid FashionWeek y supone su ingreso en la programación dedicada a los diseñadores mas veteranos.

Confeccionado íntegramente en tejidos técnicos deportivos y con técnicas de ganchillo, María Ke Fisherman ha visionado con sus prendas la historia de la moda del último siglo con homenajes a Miuccia Prada o Poiret.

Desde Huelva, unas monjas -carmelitas descalzas-, tejen sus prendas sin enjuiciar el grado de transparencias, la provocación y los patrones poco recatados, de los vestidos de rejilla que luego llevan Katy Perry, Miley Cyrus o Lady Gaga.

También han tejido las piezas que han subido hoya la pasarela y que han estado elaboradas con cinta técnica en lugar de hilo tradicional, un material que han cobrado vida sobre la pasarela en forma de vestido de cóctel de croché, y tops y faldas de punto garbanzo.

«Yo lo que quiero es vender, no jugar a ser diseñadora», dice una joven creadora que ha pellizcado el mercado internacional desde las redes sociales, con precios que oscilan entre 350 y 2.000 euros.

Esta tercera jornada de la pasarela madrileña también ha contado con el trabajo de la diseñadora española Teresa Helbig, que ha destacado por encima de la media.

Sobre la pasarela, convertida en un folio blanco, en el que contar todo lo que se sabe, Helbig ha dibujado una serie de vestidos cuajados de detalles tales como pinturas manuales sobre cuero, cuellos cubiertos de bordados, abalorios y cristales que intiman y coquetean con la alta costura.

Una lástima que toda esa riqueza y poderío solo se vea, aprecie y valore en las cortas distancias y pase desapercibida en la distancia de la pasarela.

«Tengo obsesión por el detalle», ha contado a Efe esta creadora que propone prendas actuales y modernas con reminiscencias decimonónicas.

Junto a una original paleta cromática en la que tenían cabida el crudo, verde jade y rosa pálido, el cuero tatuado a mano y los dibujos de corales y perlas le han asegurado un trabajo destacable. Las piezas de la diseñadora Teresa Helbig se reconoce a simple vista, dejan huella en la retina gracias a la detallista y pulcra costura que esta diseñadora se esfuerza en realizar.

La fascinación occidental por la cultura China a finales del siglo XVII propician el alma de la colección de Helbig, quien se ha servido de extraordinarios tejidos como la bambula, georgette, blonda, tul o crepé de seda, texturas que en ocasiones trata con cinta de seda rosa empolvado.

Una vez mas, Helbig vuelve a experimentar y se reta a sí misma con nuevos volúmenes y extraordinarios trenzados de napa. «He querido reinterpretar prendas ceremoniales de un modo pragmático e iconoclasta», expresa.

Por la mañana, el creador Etxeberría aparcó su material fetiche para abrazar el «seersuker», un tejido ligero de algodón, semiarrugado, que le ha permitido estructurar patrones rescatados de los años 20, con mucho volumen.

Fiel a su estética y a su sello, Roberto Etxeberría ahonda en la sastrería inglesa para confeccionar «una colección pensada para el hombre y desarrollada para la mujer», cuenta a Efe.

Aunque David Delfín ha querido dar un «giro radical» a su estilo, la «cabra tira para el monte», dice sonriendo el creador malagueño, que mantiene su lenguaje ambiguo, el movimiento de la geometría y las ilusiones ópticas, y le suma volantes de vestido de faralaes. EFE

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