El dulce momento del documental iberoamericano

El cine documental iberoamericano atraviesa su momento de «mayor esplendor», marcado por una mayor presencia en festivales internacionales y la llegada a las salas comerciales donde, hasta hace poco, solo triunfaban las grandes producciones de ficción.

Es la reflexión de varios profesionales del cine documental iberoamericano, que ven cómo sus piezas, antes de coleccionista, «rompen fronteras» entre este género y la ficción, según declara a Efe Elena Villardel, directora de Ibermedia.

Villardel, responsable del programa Ibermedia de la Secretaría General Iberoamericana, asegura que tras el auge del documental político de los años 70, el género atraviesa un «momento álgido» en la región, que abarca «todas las facetas, tanto temáticas como estéticas».

Asimismo, considera que la identidad del documental iberoamericano es «fácilmente identificable», y destaca la «brillantez» de los creadores así como que en los últimos años este género esté tratando «temas de una actualidad muy inmediata».

«Hay varias tendencias, la histórica siempre está ahí, pero se tratan temas muy actuales como el primer objetor de conciencia a la guerra de Irak», ejemplifica Villadel al referirse a «Querido Camilo», que cuenta la historia de un costarricense soldado del ejército de Estados Unidos que se negó a volver al conflicto y fue juzgado por un tribunal militar.

Para Marcia Tambutti, directora de «Allende, mi abuelo Allende», «el documental ha dejado de ser el hermano menor de la ficción» en una región «de buenos escritores», para la que pide mejor distribución de las cintas así como «crear una audiencia» que acuda a los cines.

«Estamos aportado temáticas que la sociedad tiene que discutir, temas relevantes que se han quedado bajo la mesa, que nos atañen a todos», dice la nieta de Salvador Allende quien cree que «afortunadamente el documental ya transita lejos de la idea de que es un reportaje de televisión».

Su primer documental, sobre la vida del expresidente chileno «y de las mujeres que no eran visibles por estar detrás de un líder», fue premiado este año en Cannes y en Chile fue visto por más de 10.000 personas, «cifra que no es menor para ser un documental», dice.

«Es un gran momento, nos premian en festivales internacionales e incluso hacen secciones sobre nuestro cine», celebra en la misma línea el joven director brasileño Aldemar Matías, quien considera que «es un gran momento de reconocimiento para el cine iberoamericano en general».

Matías, director del documental «El Enemigo» galardonado en festivales como San Sebastián o DocumentaMadrid, reconoce que «cada premio abre puertas» para hace otras películas pero recuerda que las productoras latinoamericanas «buscan socios en Alemania, Francia o Suiza».

«Desde la crisis, se busca menos en España o Portugal porque no participan tanto en ese tipo de coproducciones», remarca el director quien apunta a que para el restablecimiento de la producción del cine de autor en la península ibérica «es muy importante pensar en soluciones que involucren al mercado latinoamericano».

Por su lado, la coordinadora de la cátedra de documental de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de Cuba, Lola Mayo, comparte que el género «está en el mapa del cine» aunque precisa que ello puede deberse a la «enorme facilidad de acceso a medios de grabación y edición».

«El lápiz no hace la obra, tener una cámara no significa saber usarla, documentar la realidad no es hacer un documental, crear una narrativa, investigar y enfrentarse con ese camino entre la planificación y la sorpresa», introduce Mayo.

La también guionista reconoce que ahora es «más fácil» hacer documentales pero subraya que un acceso «más democrático no garantiza mejores películas» y que los creadores deben exigirse «mucha más reflexión antes de tomar en la mano esa cámara que parece tan fácil de usar», para contar la historia de Iberoamérica. EFE (E)

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