Fervor mexicano exhibe su fuerza en la Pasión de Cristo de Iztapalapa

Foto: sede-mx.com

México,  (EFE).- Ni un calor agobiante ni la larga duración de la representación aplacaron a la enorme multitud de fieles que se congregó este Viernes Santo en el populoso barrio de Iztapalapa, en la capital mexicana, para ver la 173 representación del Viacrucis, una muestra de la fe viviente y vibrante de México.

Esta tradición arrancó en 1843 luego de que el barrio padeciera un brote de cólera que diezmó a la población, en su mayoría indígena, y que desapareció milagrosamente tras venerar imágenes de Cristo en varias ermitas del entonces pueblo.

En esta ocasión fueron unos 5.000 actores, 172 de ellos con diálogo, quienes participaron en la representación de los últimos momentos de la vida de Jesús ante alrededor de 1,6 millones de espectadores, según reportaron las autoridades.

Muchos de los actores fueron elegidos entre la gente de Iztapalapa, la delegación (circunscripción política) más poblada, y de las más pobres, de Ciudad de México.

Algunos de ellos tienen décadas participando en la procesión y otros, como Ariel Rodrigo, seleccionado este año para interpretar a Jesús de Nazaret, son relativamente bisoños.

«Es una experiencia muy bonita. He vivido la experiencia de que la gente se me acerque y me toque como si fuera el verdadero Jesús», relató a Efe este joven, trabajador de una empresa de bolsos y mochilas, antes del arranque del Viacrucis.

Rodrigo fue seleccionado para el papel estelar de esta obra tras cumplir una serie de requisitos indispensables: ser católico, de Iztapalapa, no tener hijos ni estar casado, tener 18 años, ser independiente económicamente y medir al menos 1,75 metros.

Tras imponerse a otros 15 candidatos, hoy afrontó la más dura de las jornadas, una travesía que se alargó unas ocho horas y en la que arrastró una cruz de 90 kilos desde la plaza central de Iztapalapa hasta el Cerro de la Estrella, donde fue crucificado ante la atenta mirada de los fieles y con la gigantesca ciudad a sus pies.

No obstante, su dolor y estoicismo no fueron los únicos gestos patentes a lo largo del día.

Miles de nazarenos se lanzaron a realizar el mismo recorrido, de unos ocho kilómetros, cargando cruces de madera de distintos tamaños y pesos. Aunque en su mayoría eran hombres, había también mujeres y niños con la cruz a sus hombros.

Xóchitl Medina decidió participar en la procesión por primera vez este año y junto con su hijo -que a pesar de ser todavía un niño llevaba cuatro ya de nazareno- para cumplir «una manda» (promesa) hecha con un propósito muy claro: pedirle al Señor que su padre se recupere pronto de una enfermedad.

Una brigada de servicios médicos tuvo que auxiliarla a medio recorrido. «Se me partieron, se me hicieron grietas» en los pies, dijo a Efe tras mostrar los dos pies vendados, y los de su hijo, y tras reafirmar que aun así se veía con fuerzas.

Su caso no fue el único, y de hecho las autoridades de Iztapalapa reportaron hasta 18.000 apoyos médicos por insolación y baja presión arterial a media jornada, además de 13.900 revisiones médicas por golpes de calor, 195 vacunas tras cortaduras y 42 curaciones por raspones y quemaduras al sol.

«Viene gente de otros barrios, estados e incluso de otros países, como Guatemala», especificó a Efe el presidente del Consejo Organizador de Semana Santa en Iztapalapa, Miguel Morales, destacando el «orgullo» que supone para este pueblo preparar una procesión de fama internacional.

Con todo, el Viacrucis se escenificó sin grandes contratiempos. Sólo se reportó la caída de una columna del decorado, que lesionó levemente a un asistente, mientras que el jueves hubo varios incendios menores que pudieron controlarse rápidamente en dos panteones de la zona.

Eso sí, hubo mucho sudor y algunas lágrimas en esta serie de representaciones que han congregado unos dos millones de fieles desde que arrancaron el Domingo de Ramos y que, como comentó Rodrigo, buscan transmitir «el milagro de un pueblo» y el «valor de la humildad».

Morales fue un poco más allá y recordó los recientes atentados en Bruselas perpetrados por el Estado Islámico que dejaron más de una treintena de muertos. Por ello, expresó su esperanza de que esta obra aporte su granito de arena a la «paz mundial» al enviar al mundo el mensaje de Jesús de que todos somos «seres humanos y hermanos».

En este Viacrucis abundaron los jóvenes, tanto entre los actores como entre los espectadores, una exhibición de la fe de ese país, el segundo del mundo por número de católicos y con una energía renovada tras la visita del papa Francisco en febrero. EFE

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