Cariocas viven la fiesta de los Juegos Olímpicos en casa

Dos niños miran desde la favela Mangueira hacia el estadio Maracaná antes de la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos el viernes, 5 de agosto de 2016, en Río de Janeiro. (AP Photo/Leo Correa)

RIO DE JANEIRO (AP) — Terezinha Canavez ha visto la historia de Brasil en sus casi 60 años viviendo a la sombra del estadio Maracaná de Río de Janeiro. Pero nunca soñó que vería la apertura de unos Juegos Olímpicos en frente de su propia casa.

«Jamás pensé estar tan cerca de los Olímpicos», dijo Canavez, de 84 años, sentada en una silla de playa en una acera frente al estadio mientras aguardaba por el inicio de la ceremonia inaugural. «El espíritu olímpico es muy lindo y esta es una gran oportunidad para recibir a tanta gente linda en nuestra amada ciudad. Nunca vi una ceremonia de apertura, pero estoy segura de que va ser maravillosa».

Unos 80.000 vieron el espectáculo de música, baile y pirotécnica de los Juegos desde las gradas del Maracaná, un estadio que ha sido escenario de dos finales de Copas del Mundo. Pero el resto de la población de Río se congregó en las playas, bares y favelas de la ciudad para observar la ceremonia que puso en marcha los primeros Juegos en Sudamérica.

En Maracaná, un barrio de clase de media que otorga el nombre al estadio y de gran tradición deportiva, los residentes seguían el show pegados a sus televisores, donde veían a las delegaciones internacionales marchando y ondeando orgullosamente sus banderas dentro del inmueble ubicado a unos pocos pasos.

Otros comentaban sobre los músicos que cantaban al ritmo de la samba o las artes marciales de la capoeira brasilera. Canavez y su familia mudaron la celebración a la calle. Mientras los niños ondeaban banderas de Brasil, los adultos tomaban cerveza en lata y compartían chocolates tradicionales brasileños conocidos como brigaderos.

Históricamente, los preparativos de los Juegos Olímpicos siempre han estado colmados por controversias y críticas, y Brasil no ha sido la excepción: Aguas contaminadas, quejas por el alto costo de los Juegos, infraestructuras defectuosas. Todo mientras la mayor economía de Latinoamérica enfrenta una crisis política, un brote del virus zika y su peor recesión en décadas. Los brasileños han reaccionado con rabia en protestas, y esta semana algunos llegaron hasta lanzarle piedras al portador de la antorcha olímpica.

«La verdad es que este tipo de evento no beneficia a Río ni a Brasil», dijo Philippe Rudnik, de 25 años, un estudiante de moda y uno de los nietos de Canavez. «Probamos que podemos tener unos Juegos Olímpicos en casa, pero no nos beneficia en nada. Al final, igual es una gran fiesta».

Cuando los fuegos artificiales abrieron la ceremonia con una violenta explosión, se escucharon gritos seguidos por risas nerviosas, pero todos rápidamente regresaron a ver el show.

«Es un sentimiento increíble recibir los Olímpicos y estar tan cerca», dijo Danielle Pontes, de 22 años, una residente de Maracaná que vestía la camiseta amarilla de la selección de fútbol de Brasil. Su perro, Conrado, un terrier brasileño, llevaba la misma versión en miniatura.

De inmediato, remató: «Solo podría ser mejor si estuviéramos adentro del estadio viéndolo todo».

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