Yafa 70 años después: de ciudad insignia palestina a barrio hípster israelí

Ciudad palestina de Yafa en 1948.

Yafa, hoy el distrito más bohemio de Tel Aviv, donde conviven árabes e israelíes, fue el epicentro económico y la urbe palestina más grande hasta 1948, pero con la creación de Israel hace 70 años, la guerra posterior y la expulsión de la mayor parte de su población, su carácter cambió radicalmente.

Esta ciudad, con una historia milenaria que se remonta a la Edad de Bronce, se denominaba «la novia de Palestina», y fue uno de los principales núcleos culturales del mundo árabe durante siglos.

La vieja urbe, que ahora se ha convertido «en el jardín trasero de Tel Aviv», como dice a Efe el historiador Umar al Ghubari, fue la sede de al menos cinco periódicos; «había siete cines, imprentas que exportaban libros a todo Oriente Medio y siete teatros donde actuaban los mejores artistas de la época», añade.

Esto cambió en mayo de 1948 tras la creación de Israel en parte del territorio del Mandato Británico de Palestina (1922-1948), que llevó a que cinco países árabes declarasen al nuevo Estado una guerra que supuso el desplazamiento de más de 700.000 palestinos, un exilio que conmemoran cada 15 de mayo en el día de la Nakba (Catástrofe, en árabe).

En el plan de partición de la ONU, Yafa formaba parte del futuro estado palestino (que nunca se creó) pero la localidad fue tomada por fuerzas judías y quedó tras la guerra bajo soberanía israelí.

«Los palestinos de Yafa huyeron por el puerto en barco, sin saber a dónde les llevaban», cuenta Al Ghubari, que agrega, «algunos fueron hacia el Líbano y acabaron en Beirut, pero muchos llegaron a Gaza, y la mayoría de ellos nunca pudo volver».

Hasta 1948, en Yafa y las 24 aldeas de su alrededor «vivían más de 100.000 personas» que se dedicaban al cultivo de cítricos como la naranja, al comercio marítimo o a la pesca, «pero el 96 % de su población sufrió la limpieza étnica israelí», denuncia este historiador, que asegura que ninguno de los pueblos de aquella época sigue en pie.

«Hoy en día, del legado palestino de Yafa solo quedan ruinas y restos de edificios», lamenta.

Ami Shaher, israelí residente en Yafa y miembro de la ONG Zojrot, que recupera la memoria histórica del éxodo palestino, cuenta junto los restos llenos de matorrales de una antigua casa palestina que después de 1948 en Yafa solo permanecieron 4.000 personas nativas que fueron «encerradas en un gueto rodeado de alambre de espino».

Paralelamente, «judíos procedentes de países árabes, pero también refugiados europeos, se asentaron» aquí, explica Shaher, que asegura, «las autoridades israelíes les animaron a instalarse en las viviendas que quedaron vacías».

Actualmente, sin embargo, Yafa es un barrio mixto, y sus habitantes judíos, que son mayoría, conviven con alrededor de un cuarto de población árabe descendiente de la minoría palestina que no se marchó.

«Tengo muchos amigos judíos. Ponemos política y religión aparte y nos relacionamos sin problema», comenta Jacob Hanania, un joven árabe cristiano que regenta el Basma Café, un local familiar cercano al puerto que es uno de los puntos de encuentro más concurridos de la ciudad.

Sentado en su establecimiento, decorado con mobiliario y estética árabe tradicional, Hanania dice que crecer en Yafa «no fue fácil».

Cuando era pequeño, «había mucha criminalidad, gángsters y peleas constantes entre mafias, sin que la Policía israelí hiciera nada», pero asegura que la realidad actual ya no es tan dura, y pese a ser durante décadas un barrio empobrecido, Yafa es ahora una zona cotizada en el sector inmobiliario por su atractivo mediterráneo y cercanía al mar.

Diminuta en relación a los altos edificios de Tel Aviv, el casco histórico de Yafa es una amalgama de casas antiguas, inmuebles viejos reformados en viviendas de lujo, con calles llenas de restaurantes, heladerías, cafés de diseño, tiendas de ropa y galerías de arte contemporáneo donde se pasean turistas y jóvenes israelíes de estética moderna.

En una calle bien arreglada, cerca de casas que se caen a trozos, está el Edificio Andrómeda, un inmueble de lujo con estilo rústico y magnitud palaciega.

Shaher, residente en Yafa desde hace 20 años, lo señala y lamenta «el encarecimiento de la vida por la llegada de vecinos de alto poder adquisitivo», un «proceso de gentrificación» que según él pretende «despejar cualquier rastro del pasado palestino» del barrio, sobre el que «no hay ninguna referencia en el espacio público».

«El 99 % de familias que se pueden comprar una vivienda en Yafa son judías», cuenta Al Ghubari, que añade, que «muchos palestinos, con menos capacidades económicas, se ven obligados a marcharse porque no se pueden permitir vivir en ella» y denuncia que «no se trata de un proceso normal de gentrificación, sino de un proceso racial». EFE

Ciudad de Jaffa en la actualidad.

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