El infierno no es rojo sino verde

Martina Vera

Esa es la dialéctica que esboza a la perfección el temperamento nefasto de un Jefe de Estado totalitario. Mientras Rafael Correa lo tuvo todo -un discurso oportunista, un boom petrolero inédito, un pasado político desastroso en el país  favorable a su propuesta, aliados extranjeros ideológicos y comerciales comunistas- se instauró en el poder con ganas manifiestas de nunca abandonarlo.  Ahora, cuando la crisis reduce su reputación y gestión a nada, prefiere retirarse de la contienda para recobrar fuerzas mientras otros queman las castañas al fuego conteniendo sus daños; eso, le permitiría nuevamente en el 2021 apostar por el control absoluto; esta vez indefinido gracias al voto traicionero de una mayoría prostituida en la Asamblea que no apoya consultar, pues convocarla no dependía de ellos. Los ciudadanos tenemos pleno derecho a deliberar en relación a reformas a la carta magna; no le conferimos esa potestad a ningún Jefe de Estado ni asambleísta cuando acudimos a las urnas. Lamentablemente, en un país que tomó por secuestro todos los poderes-allí si con engañosa consulta- poco o nada importa nuestra voz y voto.

La ley del totalitario: todo o nada

Endeudarlo todo. Gastarlo todo. Explotar todos nuestros recursos sin conciencia ambiental real. Polarizar a todo rincón de la sociedad. Controlarlo todo, incluidos aquellos poderes del estado cuyas potestades no recaen sobre el Ejecutivo. Esa fue la apuesta de un gobierno oportunista en Ecuador que jamás quiso abandonar el poder porque sus ambiciones totalitarias no compaginan con la alternancia que caracteriza a la democracia. Los efectos de esa apuesta reducen al poder económico real del Ejecutivo sobre el país al mínimo. Sin embargo, sí preserva los mecanismos para el control moral e intelectual total del país. Es nuestra responsabilidad recobrar ambos. La primera oportunidad para hacerlo en democracia, legitimidad y paz se nos ha negado, pues no se convoca a consulta popular para aprobar 16 enmiendas a la constitución a pesar de que se nos llama a las urnas inclusive para discutir asuntos discretamente más triviales como los festejos taurinos. La alternativa secundaria que nos resta entonces es la de tomar las calles en resistencia pacífica que el oficialismo querrá violentar.

Dosificación y resistencia

El totalitarismo no ignora sus circunstancias porque aunque las provocó con torpeza, las aprovechara con audacia. Dentro del grupo de las propias enmiendas en cuestión, se idean precauciones para contener con vehemencia y absolutismo el malestar popular que la aprobación de esas reformas genera. ¿No lo cree? Sepa que las Fuerzas Armadas gozan de atribuciones aplicables a un estado de emergencia sin necesidad de declararlo. Entérese de que los medios de comunicación son considerados objeto de servicio público; categorización que confiere al gobierno aun mayor potestad para manipular y amedrentar su criterio a través de instituciones y de lacayos que controla.

La crudeza y anticonstitucionalidad de esas enmiendas ya se sienten en las calles de nuestro país, donde se encarcela a dirigentes políticos y responde con profunda violencia a quienes protestan. Mientras, miembros de Alianza País celebran en la sede del partido una tragedia para la democracia, rodeados de 2,800 agentes policiales. Se alegran ignorando que, sin importar cuánto tiempo tarde el Ecuador, se juzgará a quienes asaltan sus derechos  con TODA la fuerza de ley, bailando el mismo tango que nos enseñó el totalitarismo. Entonces, ya será imposible ocultar que frente la Tribuna de los Shyris se encuentra la sede del infierno no es roja como en las pinturas de Dante Alighieri sino verde como en la publicidad correista y el falso espíritu ambientalista del que esa ideología de jacta.

Más relacionadas