El director general de la automotriz alemana BMW, Oliver Zipse, dijo no ver amenazado el negocio de su empresa por el empuje de los grupos tecnológicos en la industria del automóvil.
«No tememos en absoluto a las empresas tecnológicas porque trabajamos con todas ellas», declaró Zipse al margen de la feria tecnológica CES de Las Vegas.
El futuro de la industria automovilística, dijo, está en la tarea de combinar hardware y software. Al hacerlo, los fabricantes deben mantener la soberanía sobre los datos y «tener competencia para ser integradores de sistemas», subrayó Zipse.
Según sus palabras, la complejidad de los vehículos es un obstáculo para los competidores tecnológicos: «El coche no es un iPhone con ruedas».
El sector tecnológico lleva años ganando influencia en la industria automovilística. Google y Apple ofrecen a los usuarios de smartphones la opción de que sus teléfonos tomen el control de las pantallas de infoentretenimiento de los coches.
Google también desarrolla el sistema operativo Android, que los fabricantes de automóviles utilizan cada vez más como base de software en el habitáculo.
Waymo, la empresa hermana de Google, está creando servicios de robotaxi y Apple también trabaja en tecnología de conducción autónoma.
En la CES, Sony mostró el prototipo de un coche desarrollado con Honda que se lanzará en 2026 bajo la marca Afeela.
Al mismo tiempo, el negocio del automóvil está experimentando una profunda transformación. La transición a la electromovilidad está trayendo consigo nuevas arquitecturas de vehículos, y los fabricantes quieren además ganar más dinero con servicios digitales más allá de la venta de coches.
Zipse opinó que la disposición de los clientes a comprar funciones de vehículos como parte de una suscripción tendrá sus límites: Si pagan 50.000 euros por un coche, «no pueden decir que no lo tiene todo». Y si alguien no se suscribe a una tecnología incorporada, «entonces se la ha instalado gratis».
El máximo responsable de BMW se mostró escéptico sobre las perspectivas de mercado de los actuales sistemas de conducción autónoma, en los que el coche puede asumir el control en algunas situaciones y la responsabilidad recae en el fabricante durante ese tiempo.
Según la clasificación común, esto se considera el nivel tres (3) de conducción autónoma. En el nivel cuatro (4), un coche también se conduce solo en condiciones predefinidas, pero ya no debería ser necesaria la intervención humana.
Mercedes, competidor de BMW, vende desde el año pasado un sistema de nivel tres en algunos modelos, que asume la dirección y la responsabilidad en autopista a velocidades de hasta 60 kilómetros por hora hasta que el conductor humano retoma el control cuando se le solicita.
Zipse opinó que el estado actual de la teécnica aún no es suficiente para un modelo de negocio: «Un sistema de nivel tres, ya sea a 60, 80 o 120 kilómetros por hora, que se apaga constantemente en un túnel, se apaga bajo la lluvia, se apaga en la oscuridad, se apaga con niebla… ¿qué sentido tiene? Ningún cliente lo comprará».
El directivo estimó que nadie quiere estar tampoco en la piel de un fabricante que interpreta mal una situación de tráfico en la fase de responsabilidad, por ejemplo, al devolver el control al conductor. «No corremos ese riesgo». dpa