Pogacar, la caída de un coloso

Pogacar.

La mirada al suelo, vacía, sin expresión, la mano sobre la frente para sostener la cabeza, el gesto cabizbajo, derrotado. Tadej Pogacar se ha hundido por vez primera en su carrera, incapaz de batallar hasta el final, la divisa que le ha convertido en el ciclista más jaleado del pelotón.

Ni siquiera había comenzado la parte más dura del temible Col de la Loze y el esloveno, ganador de los Tour de Francia 2020 y de 2021 ya no tiene energía para seguir el ritmo del grupo de los favoritos. Abdica de la lucha que mantiene con el danés Jonas Vingegaard, que se pavonea orgulloso, con su hija en brazos, «aliviado» por los 7.35 minutos que ahora tiene de renta en la general.

La rivalidad entre los dos mejores corredores del momento reventó en los Alpes. Primero en una contrarreloj que demostró que el escandinavo está muy por encima de ningún otro pretendiente y luego en la etapa reina, que dejó de manifiesto que el esloveno no tiene el nivel necesario para plantar cara a Vingegaard.

No es habitual ver derrotado a Pogacar. El esloveno es valiente y hasta cuando el asfalto no le da la razón, se aferra a la bravura, a la amenaza del siguiente ataque. Nos vemos en la carretera.

Pero en la meta de Courchevel, la estación de esquí acostumbrada a encumbrar a esquiadores, apareció derrotado, hundido, perdido en un laberinto inexplicable para su mente de combatiente, sin motivos para seguir en la piel del coraje.

Jornada negra

«Estoy extremadamente decepcionado», aseguró en la meta, donde subió al podio a vestirse con el maillot blanco de mejor joven, forzó una sonrisa de circunstancias y se sentó sobre un bidón a reflexionar sobre la derrota.

Pogacar vivió una jornada negra. Nada más comenzar la primera ascensión de las cuatro previstas en el libro de ruta, su rueda delantera rozó contra la de otro corredor y se fue al suelo.

Un mal augurio en una jornada marcada en rojo para sacarse la espina del agravio de la víspera, cuando Vingegaard le asestó un zarpazo casi letal. Courchevel era la ocasión de poner las cosas en su sitio, apelaba a la épica que tanto se adapta a su personalidad. Pero no era el día.

El Jumbo del danés controló la carrera y Pogacar, poco a poco, fue sintiendo que no había gasolina en el depósito. Las piernas comenzaron a fallarle a medida que llegagan las rampas de la Loze, un puerto de 28 kilómetros con toda la dureza concentrada en final.

«Me he sentido vacío desde el inicio del ascenso, no sé qué me ha pasado, me he alimentado bien pero no ha llegado a mis piernas», explicó el esloveno.

«Estoy muerto»

Respaldado por varios compañeros, entre ellos el británico Adam Yates y el español Marc Soler, Pogacar perdió el contacto con los mejores incluso antes de llegar al tramo infernal, donde las rampas ponen la bicicleta casi en vertical.

Vingegaard olió la sangre y aceleró camino de la gloria, mientras el esloveno constataba la masacre.

«Estoy muerto», dijo por el pinganillo, mientras desde el coche de su equipo se daban instrucciones para que Yates peleara por el tercer puesto del podio. El primero ya estaba perdido.

«Desbancar a Vingegaard fue imposible», analizó el director del UAE, Josean Fernández Matxin, que ordenó a Marc Soler acompañarle para que la debacle no fuera total.

El esloveno cabeceaba al ritmo que marcaba el español, una subida de circunstancias, sin brío, nada que ver con la exhibición, otra más, que daba en cabeza el danés, que fagocitaba las rampas con ansia buscando atrapar a todos los fugados para apuntarse una segunda victoria consecutiva.

Le seguimos queriendo

Pogacar entró 5.45 minutos después que su máximo rival, sin gesto en la cara, hundido en el esfuerzo titánico de salvar los muebles en una cumbre brutal.

El duelo estaba perdido y el campeón en la lona. El Tour más ajustado de los últimos años acabó en un KO en dos tiempos. Y ahora solo queda salvar la moral del derrotado.

«Cuando Tadej gana se le alaba, ahora también le queremos, respetamos y cuidamos en los momentos malos», explicó Matxín.

Ahora hay tiempo para el análisis. Pogacar llegó al Tour en una temporada irregular, plena de victorias en su primera fase, la Vuelta a Anadalucía, la París-Niza, , el Tour de Flandres, la Amstel Gold Race y la Flecha-Valona, hasta que una caída en la Lieja-Bastona-Lieja le obligó a detenerse.

Toda la primera sin competir le hizo presentarse sin rodaje en el inicio del Tour en Bilbao. Una incógnita. Su equipo repetía que con el paso de las semanas iría a más y que acabaría en la mejor condición. La realidad ha sido otra. EFE

Maillot amarillo para el líder general El ciclista danés Jonas Vingegaard de Jumbo Visma, el segundo clasificado en la clasificación general El ciclista esloveno Tadej Pogacar (L) de UAE Team Emirates y el ciclista británico Geraint Thomas de Ineos Grenadiers en tercer lugar en el podio después de la etapa 21 de la Tour de Francia 2022 de 115,6 km desde París La Defense en el suburbio parisino de Nanterre hasta los Campos Elíseos en París, Francia, el 24 de julio de 2022. (Ciclismo, Francia, Eslovenia) EFE/EPA/GARNIER ETIENNE / POOL
Slovenian rider Tadej Pogacar (front) of UAE Team Emirates celebrates as he crosses the finish line ahead of the Yellow Jersey Danish rider Jonas Vingegaard (back) of Jumbo Visma to win the 17th stage of the Tour de France 2022 over 129.7km from Saint Gaudens to Peyragudes, France, 20 July 2022. (Ciclismo, Francia, Eslovenia) EFE/EPA/GUILLAUME HORCAJUELO

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