
Rochester, Estados Unidos
Así como los iraníes se valieron de las creencias religiosas para lograr que Irán de un inmenso paso hacia atrás en términos culturales y sociales, los populistas plantean al pueblo otra mentira igualmente atractiva.
La de la reivindicación social.
La de la distribución equitativa de la riqueza. Omiten por supuesto explicar como lo lograrán.
Insultan a los ricos para amedrentarles, chantajearles y arrinconarles para que sigan engrosando las arcas del Estado, la entidad más rica del País.
Una vez que han logrado desprestigiar y satanizar a los empresarios, empiezan a otorgar bonos y prebendas para todos en una proporción inversamente proporcional a la lógica productiva.
En un primer momento, el dinero fluye y mejora las condiciones de vida de los más pobres, pero erosiona la pirámide productiva, que empieza a desmoronarse.
El siguiente paso son las expropiaciones, sabiamente administradas para dar la ilusión del transvase. Es el auto engaño el que prevalece por décadas hasta que el País se mira a si mismo más pobre, más encerrado y más ignorante.
No hay país que se haya abierto al mundo que se haya empobrecido.
Hay muchos, en cambio, cuyo encierro voluntario los ha vuelto más pobres y atrasados.
Pero los populistas esconden esas realidades con grandes soliloquios sobre la soberanía, la patria grande y otras frases vacías similares.
Nada mejor que la generalización para encubrir la realidad que no desean aceptar.
¡Ojo con los cantos de sirena!
