
Guayaquil, Ecuador
En Chile, país hermano, experimentaron años atrás un milagro económico que transformó la suerte de ese país, dejando atrás —con el paso del tiempo— muchos de los problemas que otras naciones latinoamericanas aún enfrentaban.
Un grupo de economistas chilenos, los famosos “Chicago boys”, logró aplicar con éxito la receta liberal para poner en marcha a Chile. Y sí, lo hicieron desde el plano económico, y además explicaron las razones de las reformas (pues eran, en su mayoría, profesores y grandes divulgadores). Sin embargo, con el paso del tiempo, los chilenos —y sobre todo su élite empresarial— perdieron de vista aquella frase que se atribuye erróneamente a Thomas Jefferson, pero que reza: “El precio de la libertad es su eterna vigilancia”.
Esta reflexión, mis queridos lectores, es de suma importancia, pues su inobservancia le ha pasado una elevada factura a la sociedad chilena, que ha visto como, a pesar del rotundo éxito económico, su juventud no entiende la relación que existe entre lo actuado en materia económica, y su bienestar. Muy por el contrario, al calor de una “lectura incorrecta de la historia y las razones del progreso”, hoy “casi, casi” rema en dirección contraria. La razón de ello se resume en la máxima ya expuesta: no supieron cuidar de su libertad.
Si no entendemos, o no asumimos como propia la tarea de dar la batalla de las ideas, de explicar a nuestra sociedad las razones del progreso y el bienestar, y de entrar en la discusión sobre el rumbo que debe tomar el país, “los temas y la agenda, una vez más, los planteará la izquierda”. Y con ello, de manera inequívoca, cada cuatro años —o antes— jugaremos en cada elección a la ruleta rusa, como ya he mencionado en otros espacios de opinión.
Al final, en esta reflexión radica que pasemos de observar con pánico lo que podría suceder en Ecuador, ante un eventual retorno de los socialistas de siempre (aunque se hagan llamar del siglo XXI), y a ser artífices de la creación de las condiciones para que ese riesgo quede sepultado en el pasado. ¡Vamos a la carga, empresarios! Hay una batalla de ideas por ganar. La evidencia nos muestra que las sociedades que optan por la libertad ahora son prósperas. Pero antes de llegar a eso debemos “nosotros crear las condiciones”.
Seguimos conversando.
