
Guayaquil, Ecuador
En un mundo en el que no se puede ser políticamente incorrecto, el avance de ciertas ideas absurdas parece casi inevitable. Por ello, se vuelve necesario hablar con claridad, porque cuando no se defienden adecuadamente determinadas ideas o posturas, acabamos perdiendo batallas importantes que, si las examinamos con atención, explican cómo hemos llegado hasta aquí.
Por eso, quiero reflexionar sobre lo que en realidad es una verdad de Perogrullo: ser joven no basta para participar en política, pues serlo no es condición ni suficiente, ni necesaria para este propósito. La juventud, por sí sola, no califica entre las características requeridas; no te hace más apto ni idóneo, así de simple. ¡Uy, qué miedo decirlo!
Pero vamos aún más lejos: tampoco el sexo, el color de piel, la condición socioeconómica o la presencia de alguna discapacidad implican mérito alguno. Ninguna condición humana, por sí sola, trae consigo el instrumental necesario para hacer la política.
Sin embargo, en la narrativa actual poco o nada se puede decir sobre estas perogrulladas, pues los grupos beneficiarios de este tipo de “privilegios” se imponen con mayor estridencia que el sentido común, llegando incluso a cancelar a quienes sostienen lo que para todos debería de ser obvio, y que hoy está mal siquiera mencionar.
El problema de fondo es que aceptar estos sinsentidos provoca que lo único ausente en ese conjunto de participantes a la política sea el mérito y las cualidades necesarias para ejercer el cargo. ¡Vaya problema!
Solo por provocar, desde la misma matriz de ideas, hoy a una persona negra no se le puede llamar así. Como si mencionar el color de piel implicara una ofensa a su dignidad. ¡Vaya absurdo! Hay que llamarlos “afroecuatorianos”, ignorando el hecho científico —innegable y rotundo— de que todos somos afrodescendientes.

Pero en fin, seguramente algún oído de cristal, heredero y víctima de un sistema de ideas que no conduce ni a la prosperidad ni a la convivencia pacífica, ya estará haciendo muecas al leer estas líneas. Por tanto, me retiro. No vaya a ser que, uno de estos días, seamos víctimas de lo que hoy se conoce como cancelación.
Seguimos conversando.
- Joselo Andrade es director ejecutivo del Instituto Ecuatoriano de Economía Política.