Distorsiones de mercado: el subsidio al diésel

ARCHIVO - La gasolina y el diÈsel se venden en las estaciones de servicio alemanas a precios menores o similares a los de la†mayorÌa de paÌses vecinos de la UniÛn Europea. Foto: Daniel Reinhardt/dpa

Carlos Cobo Marengo

Guayaquil, Ecuador

En general los ciudadanos deberíamos oponernos a la intervención gubernamental en la economía, incluyendo los subsidios porque distorsionan el libre funcionamiento del mercado y pueden generar resultados no deseados de largo plazo.

Este 12 de septiembre el gobierno del Presidente Daniel Noboa acaba de eliminar el subsidio al diesel, que solo para el 2024 le costó al Estado ecuatoriano 1.500 millones de dólares, y que para este año se esperaban destinar unos 1.100 millones, pagado con el dinero de todos los ecuatorianos.

Lo que es una buena medida para reducir el abultado déficit fiscal del gobierno y sincerar los precios de nuestra economía; ahora que se ha llevado a cabo, será importante y necesario que se tomen en cuenta mecanismos de compensación para todos los ciudadanos.

Este subsidio interfiere en los mecanismos naturales de mercado porque fija el precio por debajo de lo que costaría en condiciones normales, debemos recordar que los precios son señales en el mercado, esta información es la que nos permite tomar decisiones.

Un bajo precio incita una mayor demanda y por lo tanto una asignación ineficiente de los recursos escasos. Estos errores llevan a incentivar inversiones y toma de decisiones que no serían rentables en condiciones de mercado, provocando una mala asignación de capital.

Quienes defienden el mantenimiento del subsidio dicen que es para evitar el aumento desproporcionado del precio de los productos y proteger a los más vulnerables. Sin embargo, se calcula que del total del subsidio menos del 10% llega realmente al quintil más pobre, por lo que la población de más altos ingresos es en realidad la más beneficiada.

La mejor solución a todo esto debería ser eliminar de una vez por todas el subsidio, sin focalización para nadie, ya que de llevarse a cabo la focalización esta podría resultar costosa e implicaría usar recursos del Estado para controlar su buena utilización.

Una eliminación total deberá venir acompañado de medidas para mitigar cualquier subida de precios y por supuesto proteger a quienes más lo necesitan, esto se lo puede hacer eliminando impuestos y aranceles, como por ejemplo a los vehículos y sus repuestos, eliminación o reducción del IVA a los combustibles, Impuesto a los consumos especiales y a la salida de divisas, así como suprimir tasas y trámites que solo entorpecen el comercio en nuestro país.

Y por supuesto, seguir insistiendo con los cambios estructurales que necesitamos para crecer, cambiar nuestro caduco código laboral, la integración financiera para atraer capital, el fomento a la inversión y un gobierno responsable, sin déficit fiscal.

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