Quito, Ecuador
Es una costumbre ecuatoriana que cualquiera que se sienta lo suficientemente fuerte trate de colocarse por encima de la ley e imponer su voluntad a los otros. Que se llame Marlon Vargas o Daniel Noboa es indiferente, pues en un medio donde el Estado de derecho es casi, casi una ficción, siempre habrá líderes y organizaciones dispuestos a violar la ley o a utilizarla como un instrumento para conseguir sus fines.
Y en relación con esto último ni siquiera la Corte Constitucional se salva, pues no pocas veces más que control constitucional ha hecho activismo político.
A los dirigentes de la CONAIE, los derechos y libertades del resto ciudadanos -e incluso los de sus propios miembros- les importan un rábano y, para Noboa, la limitación del poder es un estorbo del que hay que zafarse lo más rápido posible.
La ley, para la CONAIE y Noboa, no es una guía que marca el rumbo que deben seguir, sino una camisa de fuerza que les impide moverse como a ellos les gustaría.
Los ciudadanos, en Latacunga se han apresurado a proveerse de gas, porque los dirigentes del movimiento indígena de Cotopaxi (MICC) dispusieron que se abastezcan de alimentos y productos de primera necesidad hasta el domingo 21 de septiembre. ¿Tiene el MICC la potestad legal para ordenar a la población, bajo amenaza, hacer lo que esta organización dispuso? No. No la tiene, pero, al parecer, los demás ciudadanos ya se han resignado a acatar sus imposiciones.
Acostumbrados a que la CONAIE paralice el país cuando le venga en gana, las críticas por la violación del Estado de derecho se han concentrado en los decretos, a todas luces ilegales, de Noboa. Pero, tanto para la CONAIE como para el actual presidente de la república, el derecho está ahí para ser usado si les resulta útil y para ser desechado si no lo es.
La CONAIE, que se apresta a impedir que los ciudadanos ejerzan, entre otros, el derecho a movilizarse libremente y trabajar, afirma que las restricciones que ha decidido imponerles son “una respuesta colectiva al autoritarismo” del presidente de la república. Y uno, al escuchar esto, no puede dejar de pensar en el conejo hablando de orejas.

El anunciado paro indígena y los decretos del presidente Daniel Noboa son expresiones de una mentalidad autoritaria que a los ecuatorianos nos está costando mucho superar. ¿Qué es la ley para los autoritarios? Un límite que se debe sobrepasar o, cuando este límite se ha sobrepasado, un instrumento para oprimir.
