Fusarium: la historia brota desde la raíz

Fusarium.

Emilio Gallardo González

Guayaquil, Ecuador

Sesenta años después de que Fusarium oxysporum f. sp. cubense Raza 1 arrasara  las plantaciones de banano de la variedad Gros Michel en Ecuador, su especie más letalla Raza 4 Tropical (R4T)ya está presente en nuestro país. En septiembre de 2025 se confirmó su aparición en una finca de siete hectáreas ubicada en Santa Rosa, provincia de El Oro. La actividad bananera se enfrenta a un enemigo implacable.

Ante esta amenaza, resulta importante dimensionar la relevancia que tiene el banano en la economía ecuatoriana. Representa más de US$3,600 millones en exportaciones, contribuye con el 25% del PIB agropecuario y posiciona al país como el primer exportador a nivel mundial, con una participación del 26%.

En el proceso productivo del cultivo se genera empleo en forma directa para 130,000 personas. Están registradas aproximadamente 180,000 hectáreas, aunque se estima que la superficie total sembrada supera las 220,000.

Sin embargo, el sector tiene una estructura productiva frágil. Según el MAGAP, el 61 % tiene  entre 1 y 30 hectáreas; el 25 % entre 30 y 100 hectáreas; y el 14 % poseen más de 100 hectáreas. El 31 % del área cultivada corresponde a pequeños bananeros no tecnificados, lo que complica aún más la situación de riesgo frente a  la enfermedad causada por el hongo Fusarium.

Para entender el riesgo que enfrentan los productores, es necesario revisar la evolución de la enfermedad causada por el hongo Fusarium. Existen cuatro razas identificadas; de estas, la uno, la dos y la cuatro afectan al banano.

La tres, ataca  entre otras, a las heliconias, que son plantas tropicales también llamadas platanillos. La variedad comercial Cavendish, que reemplazó al Gros Michel, no es afectada por las razas 1 y 2, pero es susceptible a la raza 4.

El Fusarium R4T es una enfermedad del suelo que afecta el sistema radicular, bloqueando el transporte de agua y nutrientes, lo que lleva a la muerte de la planta. Esta cepa no puede ser controlada químicamente y permanece en el suelo por décadas, lo que la convierte en una amenaza persistente. Al ser un patógeno del suelo, no  puede observarse a simple vista.

Esta agresividad se potencia por su capacidad de dispersión y de vivir en el suelo por más de 30 años. Se propaga mediante material vegetal contaminado, agua de riego, herramientas, maquinarias, ropa, zapatos, vehículos o animales que transportan partículas de suelo infectado.

Debido a esta facilidad de transmisión, el hongo ha logrado establecerse en distintos continentes. La existencia de la Raza 4 Tropical, se identificó por primera vez en Taiwán en 1989, expandiéndose luego a Indonesia, Malasia, China y Filipinas. En el 2013 apareció en África. En 2019, se reportó su presencia en Colombia; en Perú, en 2021; y  en Venezuela, en 2023.

No es la primera vez que el sector bananero enfrenta un amenaza de tal magnitud. Es una verdad histórica que la tierra no olvida. La experiencia de los años 60 con el Mal de Panamá—Fusarium R1T—, devastó más del 80% de la superficie bananera del Ecuador, que correspondían aproximadamente a 160,000 hectáreas.

En aquella época ya se conocían los efectos que podía ocasionar este problema fitosanitario, puesto que, a fines de los años 40 y hasta inicios de los años 60, se habían destruido gran parte de las plantaciones centroamericanas en Honduras, Costa Rica y Panamá. Esta afectación fue uno de los motivos por los que la United Fruit Company inició la siembra de banano en el Ecuador a partir de 1948.

Sin embargo, en esos años no hubo ninguna prevención, ya que, al igual que hoy, se privilegiaba el corto plazo. También es cierto que existían limitaciones técnicas, conocimientos científicos incipientes en fitopatología del banano, falta de políticas de bioseguridad y carencia de métodos adecuados de vigilancia fitosanitaria.

 La crisis bananera de aquellos años dejó un cúmulo de experiencias y lecciones. No obstante, a pesar de las advertencias y de la documentada evidencia histórica y científica, se está reaccionando tarde y con lentitud. Los expertos han advertido de forma constante sobre la importancia de contener el foco inicial del hongo, debiso a su capacidad para inutilizar los suelos para nuevas siembras de banano.

En el año 2008, Ecuador organizó el primer foro nacional con el propósito de prepararse para enfrentar al Fusarium Raza 4 Tropical. En ese encuentro se establecieron protocolos de bioseguridad y medidas de protección.

En  2009, en El Salvador se realizó un evento internacional sobre la importancia de esta enfermedad. Asistieron 14 países de Latinoamérica y el Caribe, incluidos representantes de Ecuador, los paises miembros de la Organización Internacional Regional de Sanidad Agropecuaria (OIRSA), empresas, universidades y otros actores.  Se definieron estrategias a seguir y cómo implementarlas.

A pesar de todas las alertas expuestas, han pasado 17 años, 4 gobiernos, 12 ministros de Agricultura, y todavía no existen políticas de Estado orientadas a prevenir esta enfermedad.

Cabe preguntarse: ¿por qué, después de casi dos décadas, no se ha creado un fondo por caja exportada destinado a la investigación, capacitación y adquisición de materiales y equipos para apoyar a los productores en las medidas de bioseguridad?

¿Por qué no se han establecido líneas de crédito para pequeños y medianos bananeros? ¿Por qué no se declara la emergencia fitosanitaria ? ¿Por qué no se trabaja en estrecha colaboración con organizaciones internacionales para el mejoramiento genético?

La tierra habló, el banano escuchó, pero el Estado aún no ha respondido.

Más relacionadas