Un ministerio sin resultados

Carlos Cobo Marengo

Guayaquil, Ecuador

A pesar de que el presupuesto general del Estado para el próximo año mantiene un déficit fiscal proyectado de más de 5 mil millones de dólares, el Ministerio de Trabajo ya plantea una subida de entre $40,00 y $250,00 dólares para los servidores públicos según el tipo de actividad.

El informe elaborado, ahora debe ser aprobado por el Ministerio de Economía y Finanzas, se calcula que este incremento le costaría a los ciudadanos cerca de $450 millones de dólares adicionales.

Hay que recordarle a quienes nos gobiernan que lo que menos necesita el Ecuador en estos momentos es pagar todavía más a empleados públicos que ya cobran más del doble que los empleados privados, aproximadamente un 117% más según datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC). Además de que cualquier subida salarial a este sector se financiará quitándole impuestos a los empleados y empresas privadas del país.

En teoría, el Ministerio de Trabajo no solo es un ente regulador, sino también un promotor y generador de oportunidades de empleo, pero en nuestro país donde 7 de cada 10 ecuatorianos en edad de trabajar no encuentran un empleo formal, por todo esto, es claro que el Ministerio no está dando los resultados deseados y que sus funciones le quedan grandes.

Sus políticas más que promover el desarrollo del país y la generación de empleo, se encuentran haciendo lo contrario, limitando el crecimiento y espantando todavía más la escasa inversión, aumentando salarios por encima de la productividad real de las empresas, fomentando el crecimiento del gasto público improductivo, el déficit fiscal y evitando a toda costa la flexibilización laboral que tanta falta nos hace.

El economista y periodista estadounidense Henry Hazlitt en su libro Economía en una lección, decía que cuando era joven y sin obstáculos legales existentes cualquier empresario podía contratar a cualquiera que quisiera trabajar. Si el acuerdo no funcionaba, el empresario podía despedir al empleado sin penalización. O el empleado podía marcharse, con la seguridad de que encontraría fácilmente otro empleo. Él recuerda claramente que eso cambió con la aparición del salario mínimo. De repente ya existía gente en desempleo involuntario.

Es por todos estos motivos que deberíamos empezar a debatir la irrelevancia de mantener y financiar este Ministerio, y las razones por las cuales deberíamos prescindir de éste.

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