Guayaquil, Ecuador
Ahora que el Consejo Nacional de Salario y Trabajos llegó a un acuerdo para incrementar en $12,00 el Salario Básico Unificado (SBU) el Presidente de la República celebró que por primera vez en una década no hay imposición, sino consenso entre el gobierno, empleadores y empleados, por lo que a partir de 2026 el salario mínimo pasará a ubicarse en $482,00 mensuales, a esto hay que sumarle los aportes a la seguridad social, los décimos y otras contribuciones, que lejos de beneficiar, perjudica a las clases menos favorecidas.
Pero no nos dejemos engañar, imposición hubo, en días pasados el Ministro de Trabajo ya había anunciado una subida de entre $12,00 y $20,00. La diferencia es que esta imposición ha sido aceptada por las partes como la menos peor de las opciones disponibles.
Mantener un salario mínimo impuesto por el gobierno es una de esas regulaciones laborales que impiden que empresarios y trabajadores puedan llevar a cabo contratos de trabajo que sean mutuamente satisfactorios. Y al ser éste superior a los de mercado es cuando surge el desempleo.
El salario dista mucho de ser un precio libre, está sometido a rigideces y restricciones institucionales de tipo legal y gubernamental, no se adecua a la productividad real de cada empresa y se tiende a homogeneizar a todas las empresas y sectores como si fueran iguales. Por otro lado, quienes intervienen en el Consejo no defienden los intereses de la clase trabajadora en general, pues no se toma en cuenta a los trabajadores desempleados y fuera del mercado laboral que no tienen presencia en estas negociaciones.
Cuando un salario es demasiado elevado se impide que las personas que estarían dispuestas a trabajar por menos puedan hacerlo. Los trabajadores menos cualificados o con poca experiencia quedan desempleados y fuera del mercado laboral. Ningún empresario estará dispuesto a pagarle más del valor que aporta al proceso productivo, o un emprendedor que recién empieza no tendrá el dinero suficiente para hacer frente a los altos costos.
Si los mercados fuesen flexibles y el salario pudiese adaptarse según las condiciones reales de mercado no habría desempleo. Sin embargo, la rigidez institucional impide que puedan bajar. Y si los trabajadores cuestan más de lo que producen son despedidos o dejan de ser contratados.
Esta excesiva regulación, altos costos de contratación e impuestos y el cambio constante en las reglas del juego por parte de quienes nos gobiernan son las que espantan la inversión, evita la creación de empleos y encarece el costo de vida de la gente.

Lo que necesitamos no es más sino menos intervención, salarios fijados por la productividad de cada empresa mientras el gobierno incentiva la inversión y creación de empresas, baja impuestos y fija leyes que no cambien con cada gobierno de turno, esta es la verdadera forma en que podemos crear empleo y aumentar de forma natural los salarios reales.
