El «Pobre de mi» pone fin a la Fiesta de San Fermín, en Pamplona

Tras 204 horas ininterrumpidas de jarana, miles de personas, vela en mano, entonaron esta medianoche en Pamplona (norte de España) el popular «Pobre de mí» que puso fin a unos sanfermines que han vuelto a convertir la ciudad en capital mundial de la «fiesta».

La ciudad, a la que como en años anteriores han llegado cientos de miles de visitantes de todo el mundo, empezará a recobrar la normalidad a partir de mañana, después de que ya hoy comenzase la retirada del vallado del trayecto por el que han corrido los toros a primera hora de la mañana.

El «Pobre de mí» fue el último de los 520 actos del programa festivo, entre los que, sin duda, son los encierros los más conocidos internacionalmente y también los más emocionantes. Por las estrechas calles del casco histórico de la ciudad, cientos de «mozos» corren delante de seis astados en un tramo de unos 800 metros, los que separan los corrales de Santo Domingo del coso taurino, donde las reses son lidiadas horas después.

Son minutos de tensión e intensa emoción, ya que algunas veces los toros causan heridos o muertos, teniendo en cuenta que han costado la vida a 15 corredores hasta la fecha. Los encierros de este año dejan unas carreras limpias y rápidas, con menos heridos por asta de toros que en los años anteriores.

Los toros de Núñez del Cuvillo, que hoy protagonizaron el octavo y último encierro de los sanfermines 2011 con una carrera rápida y limpia, fueron lidiados esta tarde por los diestros Juan Mora, El Juli y Sebastián Castella.

Durante estos días, Pamplona se ha convertido también en epicentro informativo de primer orden, con la llegada a la ciudad de 639 periodistas de todos los rincones del mundo, que emulan a otro ilustre informador al que las fiestas de San Fermín le deben su aureola de acontecimiento internacional: el escritor estadounidense Ernest Hemingway, de cuya muerte se cumplen ahora cincuenta años, quien universalizó estos festejos en su novela «The sun also rises» (1932), traducida como «Fiesta» en español.

Tras nueve jornadas ininterrumpidas de fiesta, ocho encierros y miles de litros de vino consumidos, esta medianoche en la misma plaza del Ayuntamiento donde el pasado 6 de julio el tradicional «chupinazo» o cohete anunciador dio inicio a la diversión, miles de personas se congregaron para despedirlas. Y cantaron, con sus rostros iluminados por las velas, aquello de «Pobre de mí, pobre de mí, que se han acabado las fiestas de San Fermín…» EFE

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