Buscan fondos para salvar cabaña del autor de ‘Charlie y la Fábrica de Chocolates’

Una cabaña en el patio de su casa de Great Missenden – Buckinghamshire, cerca de Londres. Ahí Roald Dahl escribió todas sus novelas más recordadas: Charlie y la fábrica de chocolates, Matilda, Las brujas, James y el melocotón gigante . Desde su construcción en 1954 no permitía la entrada de nadie, ni su esposa, ni sus hijos, ni familiares, ni amigos. Dijo que para trabajar necesitaba un lugar donde pudiese sentirse como «una persona diferente», donde el tiempo y las obligaciones de la vida desapareciesen y eso era para él su «pequeño nido» como lo llamaba.

Según informa 20 minutos la construcción, de ladrillo y poliestireno, está en muy mal estado y los amigos y la familia de Dahl han iniciado una campaña para recoger fondos para reconstruirla y que pueda ser visitada. Calculan que necesitan unas 500.000 libras esterlinas (unos 570.000 euros), cantidad en la que también están incluidos los gastos del traslado del contenido de la casita al cercano The Roald Dahl Museum and Story Center dedicado al escritor.

La nieta de Dahl, la modelo y guionista Sophie Dahl, cuya imagen desnuda en un anuncio de colonia fue censurado en 2000 en los transportes públicos británicos, se ha convertido en portavoz de la campaña. Ha declarado que el refugio de su abuelo es un lugar de «palpable magia e ilimitada imaginación» que se ha convertido en «un icono» y debe ser preservado.

La iniciativa ha sido criticada en el Reino Unido, porque algunos entienden que los herederos de Dahl pueden asumir el gasto con los elevados ingresos por derechos de autor generados por los libros de Dahl, que siguen siendo superventas y han sido vendidos a la industria del cine en varias ocasiones.

La directora del museo, Amelia Foster, afirma que la familia del escritor contribuirá como una «muy significativa aportación financiera» y que la campaña de búsqueda de dinero se dirige a instituciones antes que a particulares.

El «pequeño nido» permanece en el mismo estado en que quedó en 1990, cuando murió de leucemia su dueño y único morador. En el interior están los manuscritos, cuadernos de notas y útiles de escritura, así como recuerdos, fotografías y amuletos que Dahl deseaba tener cerca durante el proceso creativo. Para conocerlo se puede hacer un tour virtual en la página web.

Buena parte del espacio lo ocupa el viejo sillón de orejas en el que se sentaba para escribir (no soportaba las sillas porque padecía de dolor de espalda desde que resultó herido durante la II Guerra Mundial, en la que combatió como aviador).

Dahl colocaba un pedazo de madera entre los brazos del sillón y escribía a mano sobre folios en blanco. Utilizaba un fieltro verde de mesa de billar como apoyo. Antes de cada sesión limpiaba el paño de pelusas y otros restos y los tiraba al suelo. Prohibía que fuese barrido.

 

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