Es un tema de estudio: los estereotipos de ‘belleza’ ya no sólo cambian con las épocas, las estrellas se han vuelto productos desechables en un ciclo donde los fans cambian a sus ídolos por los últimos modelos. Este fenómeno se acrecenta a la par del desarrollo del sistema de consumo que desde la década del 50 empezó a convertirse más que nunca en un termómetro de las sociedades. Pareciera que los galanes pasan de ser un tema de gustos a un tema del marketing,
20 minutos asegura que la escena se repite cada cierto tiempo: a las puertas de algún lujoso hotel de la ciudad racimos de adolescentes con cuadernos, mochilas y cámaras acechan a su ídolo. Saben que Zac Efron, Robert Pattinson o, como este mismo jueves, Taylor Lautner, está aquí. Y es como si dios se diera un garbeo entre los mortales: la única oportunidad de verlo, tocarlo, pedirle un autógrafo y, con suerte, fotografiarse con él. El fenómeno fan sigue vivo.
Te amo (de momento)
«No hay fenómeno más fiel que el del fan», dice la redactora de Bravo Patricia Collado.
«Es un sentimiento más allá de la razón, que se tiene muy dentro», explica Jessica Fernández, de Star2.
«Se ve al ídolo como a alguien de tu familia pero, a la vez, su lejanía lo hace más atractivo», añade la redactora jefa de Ragazza, Cristina Cereceda.
«Mientras dura», destaca Cereceda, «la lealtad es absoluta: ves sus películas, lo sigues en las revistas… Hasta que paras. Porque es progresivo y cíclico: empieza muy fuerte, va a más, pero por algún motivo te cansas y te gusta otro. Viene y se va».
Ciñéndonos a la gran pantalla, los últimos en venir han sido los citados Pattinson, Efron o Lautner y, en España, Mario Casas. Pattinson es lejano, elegante, gélido. Efron es aniñado y simpático. Lautner o Casas, caras bonitas sobre pilas de músculos. Pero el rey de todos es un imberbe de 17 años, Justin Bieber.
¿Cómo pueden arrasar modelos tan distintos? «Lautner representa el culto al cuerpo», dice Collado.
«Hace años se llevaba el Leonardo DiCaprio de Titanic, pero para muchas ahora sería poquita cosa. El rol ha cambiado: gustan grandes, fuertes y musculosos, con menos ropa y más gimnasio».
Fernández ofrece alternativas: «Bieber, el ídolo actual por excelencia, es de lo más aniñado… A unas les gusta el rudo, fuerte y rebelde. A otras, el dulce».
En primera persona
Lautner, mientras, sonríe con su dentadura perfecta y entorna ojos achinados. El 14 de octubre estrena Sin salida, un thriller donde es protagonista absoluto, y responde a los periodistas locales ateniéndose al manual. ¿Qué es lo mejor de visitar España? «Encontrarme con mis fans: hacía tiempo que no venía y quiero agradecerles su apoyo». ¿Qué opina de las españolas? «Ufff… Me gustan. Definitivamente». Y otra más: ¿Mantener tantas fans no es, en realidad, una profesión muy distinta a actuar? «Es verdad», concede, «pero las fans son increíbles. Su apoyo es fundamental y me encanta ser yo mismo, conocerlas y divertirnos».
Lo mismo, más o menos, que contestaría cualquier estrella de parecido perfil. Pero Lautner, que en persona y durante veinte minutos parece un chico educado y juicioso, no elude reflexionar sobre los peligros de ser un ídolo teen: «Sé que tiene ventajas e inconvenientes», explica, «pero, de verdad, casi todo es positivo. ¿Qué tiene de malo estar enCrepúsculo?». No poder llevar una vida normal, o carecer de intimidad. «Eso es seguro», reconoce, «pero son gajes del oficio. La clave es no obsesionarte con el tema: si te preocupas más de que te vean o de que no te vean que de vivir es cuando llega el verdadero problema».
Pero hay un problema más, el peor: la caducidad. Hoy Lautner está de moda (y así será durante el año y medio que queda para el final de Crepúsculo), ¿pero, y después? Su esplendor, es casi seguro, cesará. El furor se enfriará y, como el de casi todos, su mejor momento quedará olvidado. Pero no teman: otro ocupará su puesto. Freddie Highmore. Rory Culkin. Jaden Smith. David Kross. Anton Yelchin. Bill Milner. O Josh Hutcherson: ¿que no saben quiénes son? No se preocupen. Pronto centenares de carpetas a su alrededor se lo explicarán a gritos.
Mejor si cantan y son extranjeros
Hay actores en las carpetas adolescentes, pero sobre todo hay cantantes: desde los ochenta y New Kids on the Block, bandas de chicos guapos, boy bands, despiertan la mayor parte de los suspiros femeninos. Después vinieron Backstreet Boys, Take That o los Jonas Brothers: los grupos permiten ‘repartirse’ a los guapos entre las amigas. Eso sí: salvo casos contados (D’Nash, por ejemplo), se prefiere siempre a los extranjeros.
Evolución estética
Los setenta
Buen actor e indudablemente guapo: Robert Redford sustituyó en el corazón de muchas a guaperas de leyenda como Paul Newman. Después vendrían el también cantante Leif Garrett o el marchoso John Travolta.
Los ochenta
La década empezó con el impactante Richard Gere de American Gigoló, pero después triunfaron rostros aniñados como el de Ralph Macchio y su Karate Kid, o el televisivo Kirk Cameron de Los problemas crecen.
Los noventa
Una serie, Sensación de vivir, revolucionó a las adolescentes del momento, que se dividían entre el amable Jason Priestley o el duro Luke Perry. Después, Leonardo DiCaprio y Titanic las pusieron a casi todas de acuerdo.
Ahora
Se impone la variedad: Zac Efron arrasa entre las adictas al caramelo. Para las entregadas a rotundos abdominales y pectorales de coraza romana están Taylor Lautner y Mario Casas. En la cima, eso sí, Justin Bieber: el primer sueño lujurioso de millones de chicas.