Las rebeliones árabes

Por Joaquín Hernández Alvarado

Ali Ahmad Saíd, más conocido en el mundo intelectual y poético contemporáneo como Adonis – su nombre vuelve a sonar como el de uno de los candidatos con mayores posibilidades para el Premio Nobel de Literatura que se conocerá el próximo jueves 6 de septiembre-, nacido en Qasadín (Siria) en 1930, acaba de escribir sobre la significación de las rebeliones árabes que han estremecido la conciencia de los occidentales a lo largo de este año y que plantean un panorama nuevo para el futuro. En un texto resumido del original “Diez tesis sobre las rebeliones árabes”, aparecido en El País de Madrid, Adonis reflexiona sobre las implicaciones de lo que está sucediendo, aclarando que lo que está en juego no debiera ser únicamente un trastrueque político -ayer Gadafi, hoy los antigadafistas, por citar un caso-, sino que de lo que se trata es de que el cambio que se está viviendo “transforme la estructura sociocultural sobre la que se levantan esos regímenes”.

Para Adonis, el régimen existente en los Estados árabes es una variante del califato. Más que un sistema de gobierno, es una cultura que incluye la religión, la literatura, las artes, el pensamiento, las visiones de las cosas, normas éticas, costumbres. Por ello, no se trata de realizar un mero acto político: “Cambiar un sistema de Gobierno tiránico y corrupto por otro, del que se espera que sea menos tiránico y corrupto. Digo ‘del que se espera ‘, porque es imposible que un sistema de Gobierno sea democrático si no se cambia la estructura sociocultural”. Si no se cambia la cultura, se seguirá ligado al sectarismo religioso, al tribalismo, al fundamentalismo. La separación entre Iglesia y Estado, para hablar en términos cercanos.

Lo que no quiere decir benevolencia ni ingenuidad frente al uso que han hecho las potencias occidentales de los países árabes a través de Gobiernos corruptos. Adonis rechaza por ello la utilización política de Islam. “La hipocresía practicada por Occidente frente a los árabes y musulmanes es otra forma de colonizarlos culturalmente. Es otra forma de destrucción”. Buena parte de la intransigencia islámica ha sido creada porque Occidente, en vez de tratar de dialogar con los demócratas árabes, ha preferido a los Gobiernos corruptos que les “protegen” sus intereses por un tiempo.

No se trata, por cierto, de hacer un llamamiento contra el espíritu religioso, sino contra el uso político y social de la religión. La sociedad como tal, recuerda Adonis, no se construye sobre una presunta ciudadanía religiosa, sino sobre una ciudadanía civil. El uso político de la religión es “una forma de violencia”.

Adonis representa una conciencia civil, democrática de los países árabes. Como cientos de jóvenes que han luchado en Túnez, en Egipto, en su natal Siria contra regímenes al aparecer enquistados eternamente en el poder. Es una poderosa voz cuando muchos países latinoamericanos optan por democracias tuteladas en las que tampoco se puede discrepar ni opinar diferente no ya en nombre de la religión, sino de consignas abstractas igualmente manipuladoras.

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