El primer ministro italiano enfrentaba apuros este martes mientras intenta encontrar respaldo interno a un plan de emergencia que permita el crecimiento económico, que la Unión Europea (UE) desea inmediatamente pero que podría significar el fin del gobierno de Silvio Berlusconi.
Berlusconi ha sobrevivido escándalos, casos judiciales y decenas de votaciones de censura, pero los especialistas creen que su plan económico será una de las pruebas más críticas que tendrá que encarar.
Los gobiernos de la eurozona intentan elaborar un amplio plan para el miércoles que contenga la crisis de la deuda soberana. Exigen para ello que Italia elabore nuevas medidas económicas, por considerar que no tendría sentido proteger al país de las oscilaciones del mercado si no comparte la carga.
Empero, Berlusconi ha encontrado muy poco apoyo para su plan, especialmente de su socio de coalición, la Liga del Norte que encabeza Umberto Bossi. Sin su apoyo, su gobierno caería.
«Berlusconi tiene en casa un objeto inamovible, que es Bossi y la Liga del Norte, y una fuerza incontenible en el exterior que es la Unión Europea, por lo que se encuentra en una posición muy difícil», dijo James Walston, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Estadounidense en Roma.
Un consejo de ministros para elaborar las nuevas medidas de emergencia concluyó el lunes en silencio, en una indicación clara de una potente discordia en la mayoría gubernamental.
La UE quiere que Italia eleve la edad de las pensiones de los 65 a los 67 años, reforme el sistema legal para fomentar las inversiones y adopte otras reformas que fomente el crecimiento económico. Estas reformas han sido analizadas durante años por los sucesivos gobiernos, pero con escasa voluntad política para adoptarlas.
La Liga del Norte, formada en su mayoría por obreros fabriles del norte de Italia, se opone a elevar la edad de la jubilación.
Sin embargo, es una medida que países como Alemania consideran crítica. Berlín elevó su edad de jubilación a los 67 años para todos aquellos nacidos después de 1864 y la canciller Angela Merkel tendrá enormes dificultades para explicar a los alemanes por qué deben prestar dinero a países que, con una economía mucho más precaria, permite a sus ciudadanos jubilarse antes. AP
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