Solo pretextos

Por Hernán Pérez Loose
Guayaquil, Ecuador

España está atravesando la más grave crisis económica luego de su reencuentro con la democracia en 1978. Las dudas sobre la viabilidad de su sistema financiero crecen y se disipan en cosas de horas. A inicios de la semana pasada las perspectivas parecerían que mejoraban pero al concluir la semana nuevamente aparecieron nubarrones. El pasivo inmobiliario bancario –un reflejo del espejismo social que ese país ha vivido– está en el núcleo de esta crisis.

Y en medio de toda esta crisis a los españoles no se les ha ocurrido nada mejor que ponerse a discutir sobre el viaje del rey Juan Carlos al África en plan de cacería de elefantes y del accidente que allá tuvo. Sondeos de opinión, encuestas, entrevistas de televisión, comentarios y hasta editoriales todos parecen concentrados en la cadera rota del rey Juan Carlos, de por qué viajó, de por qué no avisó, que qué falta de sensibilidad y, por supuesto, pobres elefantes. Un país al abismo de la bancarrota económica y social de pronto parece haber encontrado en un safari accidentado una suerte de oasis.

Es lo que ha sucedido con la reciente cumbre hemisférica en Cartagena, Colombia. Varios países han descubierto que el tema de la presencia o no de Cuba en estas cumbres es un atractivo pretexto que logra distraer la atención sobre problemas más serios y urgentes que los involucra a ellos y que amenaza con afectar a todo el sistema interamericano. Para comenzar Cuba –gobernada por los Castro desde hace más de 50 años– podría mañana mismo solicitar su reingreso como miembro de la OEA sin ningún problema; una vez que dicha organización dejó sin efecto su expulsión (absurda, por lo demás) ocurrida en los años sesenta.

¿Por qué Cuba no ha solicitado aún su reingreso a la OEA? No hay una explicación clara de La Habana. Lo más probable es porque automáticamente le será aplicable a ella la Carta Democrática, un instrumento internacional de obligatorio cumplimiento a los miembros de la OEA que le podría resultar sumamente incómodo por sus exigencias sobre separación de poderes, elecciones libres, libertad de expresión, etcétera. Además, Cuba quedaría sin razones para seguir desconociendo a la jurisdicción de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), piezas claves del sistema interamericano de derechos humanos.

Pero no solo a Cuba le incomodan la Carta Democrática y la CIDH. Hay algunos países de la región que a pesar de ser miembros activos de la OEA son contumaces violadores de los principios y reglas de la Carta Democrática así como de las decisiones de la CIDH. Sus líderes no han tenido empacho en insultar a esta última como corrupta y títere del imperialismo cuando ella ha cometido el delito de emitir algún pronunciamiento que no les gusta.

Son ciertamente una minoría estos países. Y la influencia de sus líderes a nivel regional parece morirse lentamente. Pero creen que haciendo un espectáculo por la paja en el ojo ajeno se distrae la atención de la viga que llevan en el propio.

* El texto de Hernán Pérez ha sido publicado originalmente en El Universo.

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