Guayaquil.- La inauguración de la exposición del maestro quiteño Hernán Cueva se realizó el 2 de octubre en la galería de Patricia Meier, en Samborondón, con la presencia de destacados artistas del medio como Jorge Velarde, Roberto Noboa, Peter Mussfeldt, Edgar Carrasco y Saidel Brito.
Hernán Cueva (1957), es pintor, dibujante y grabador, estudió en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Central y la Academia di Belli Arti “Pietro Vannuncci”, en Perugia, Italia. Ha realizado exposiciones individuales y colectivas en Alemania, Austria, Bélgica, Brasil, Bulgaria, Chile, Colombia, Egipto, España, Estados Unidos, Francia, Italia, México, Perú.
Cueva regresa a Guayaquil diez años después de su última exposición realizada en el museo del Banco del Pacífico, gracias a la galerista Patricia Meier, a quien conoció en la Estampería Quiteña, que es un espacio que aglutina a los artistas grabadores en la capital, cuando él estaba dirigiendo dicha Fundación.
Ésta exposición es la recopilación de ocho años de trabajo, “por razones de espacio he traído una síntesis de cada serie, que muestra las posibilidades de renovación, de búsquedas, de aciertos en los materiales, en el uso de técnicas innovadoras, no convencionales, como el Carborúndum, que es una técnica aditiva de grabado en relieve que permite una mayor libertad”, le explica a LaRepública.
El Carborúndum es un abrasivo artificial que se obtiene calentando a altas temperaturas el carbón en polvo con sílice hasta que se cristaliza en granos hexagonales. Se puede mezclar con algún adhesivo y aplicar directamente sobre las planchas que actúan de matriz.
“Los grabados tienen una parte de alquimia, porque uno debe trabajar con ácidos, con químicos, y este nuevo proceso permite trabajar sin tanta intoxicación”.
“Además, como en la práctica artesanal uno no encuentra en el mercado los materiales que necesita, tiene ir buscando otras posibilidades… Las planchas de zinc no existen, las planchas de cobre son muy costosas, entonces yo he encontrado las planchas de acrílico, de aglomerado, para ir creando las matrices, que sirven para la multiplicación del grabado.
Las series de Cueva comenzaron con los personajes populares como los sanjuanes, las vaca locas, los toros de pueblo en los años ochenta, luego vino el tema erótico y otras series como “Medios Mediáticos”, “Locos Motivos”, “Torta Televisiva”, y otras como la “Tauromaquia” o “Testimonios”.
“El denominador común de mis obras es el erotismo, las relaciones de pareja, la parte amatoria, sensual”, dice el artista, “pero también tiene vertientes como temas de la tecnología, de lo mediático, de cómo influye la televisión en la sociedad con sus contenidos llenos de violencia, y cómo todo eso va trastocando la personalidad de los niños, de los jóvenes. Aparte de que la televisión es un aparato de adicción. Es un cuestionamiento más al sistema, pero de todas maneras, no soy tan radical de no ver televisión, pero sí creo que vamos generando espacios de violencia psicológica que se van volviendo algo tan cotidiano que uno ya no se asombra, y el subconsciente se nos va alterando.”
Sobre los motivos de sus obras dice que sus temas son recurrente y que “tienen que ver con mis experiencias de vida, hay serie sobre tangos, sobre toros… no es que estoy elucubrando mucho lo que voy a hacer, sino que voy escogiendo los temas que me impresionan y me dan ideas para ir desarrollando los temas”.
Respecto al futuro sus planes son seguir mostrando su trabajo, seguir exponiendo y “haciendo lo que uno realmente cree, especialmente ahora en estos momentos en los que el arte ha perdido su materialidad, porque se les da más privilegio a las ideas, que necesitan mucha explicación, mucha reflexión», dice. «Lo que está bien, porque creo que en la convivencia de varios tipos de arte es posible todo. Pero el artista debe hacer aquello en que cree, que no es especular con el mercado, sino una relación directa entre el artista y la obra”.
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