Brasil rinde honores a Óscar Niemeyer en la sede presidencial

Brasilia, 6 dic (EFE).- La capital de Brasil recibió hoy con honores el féretro del arquitecto Óscar Niemeyer, el genio de la curva en el cemento y uno de los padres de esta ciudad construida hace medio siglo, para rendirle un último homenaje.

El féretro de Niemeyer, cubierto con la bandera brasileña, fue trasladado en un avión de la Presidencia desde Río de Janeiro, su ciudad natal y en la que falleció anoche a los 104 años de edad, y recibido en la Base Aérea de Brasilia, la capital, por una guardia de honor militar.

Después de un recorrido de varios kilómetros bajo un sol canicular hasta el Palacio de Planalto, el ataúd, cargado a hombros por la guardia fúnebre de la Policía Federal, subió la rampa de la sede presidencial flanqueado por el cuerpo de los Dragones de la Independencia, honor reservado para los jefes de Estado.

Vestida de negro, Rousseff, que estaba acompañada por la viuda de Niemeyer, Vera Lucia Cabreira, esperó en la parte superior de la rampa la llegada del ataúd y aplaudió cuando los restos del premiado arquitecto y militante comunista traspasaron el umbral del palacio.

La mandataria decretó luto oficial de siete días por la muerte del arquitecto, según informó el palacio presidencial, medida que también tomó el Distrito Federal de Brasilia.

Para Brasilia, Niemeyer diseñó, entre otros, los palacios de Planalto (sede de la Presidencia), da Alvorada (residencia oficial) y de Itamaraty (cancillería), el Congreso Nacional, el Palacio de Justicia, la sede del Supremo Tribunal Federal y de los ministerios, que están alineados uno al lado del otro a lo largo de una explanada, así como la catedral.

En su tarea creativa, el artista tuvo como socio al urbanista Lucio Costa, que proyectó el llamado «plano piloto» sobre el que se trazó la capital brasileña, una urbe que comenzó a ser construida en medio de la nada en 1956, que se inauguró en 1960 y que por su arquitectura singular fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad de la Unesco en 1987.

Por esas razones, Rousseff, que al conocer la noticia del fallecimiento definió a Niemeyer como un «genio» y un «revolucionario», ofreció a sus familiares el palacio presidencial para una ceremonia oficial de despedida en la que participaron las máximas autoridades de los tres poderes.

Al acto se sumaron delegados de Argentina, Uruguay y Venezuela que participan en la cumbre del Mercosur que se celebra el Palacio de Itamaraty y que acompañaron al canciller brasileño, Antonio Patriota, hasta la sede presidencial.

Fue un acto sobrio con el que la clase política brasileña quiso rendir homenaje al padre del modernismo arquitectónico, al hombre que en sus obras moldeó el hormigón para darle levedad y, sobre todo, la sensualidad de la curva, un concepto inspirado en las formas femeninas.

Después de las honras oficiales, el Gobierno abrió las puertas del palacio para que el público que presenciaba el homenaje a la distancia pudiera despedirse también del artista.

El gobernador del Distrito Federal de Brasilia, Agnelo Queiroz, anunció que ampliará el legado de Niemeyer a la capital con la construcción de obras proyectadas por él que aún no han salido del papel.

Niemeyer, que ejerció la arquitectura desde 1934 casi hasta el final de sus días, diseñó más de 600 obras que están repartidas por diversas ciudades brasileñas y de países como Francia, España, Italia, Estados Unidos, Argelia y Arabia Saudí, entre otros.

«Brasilia todavía verá muchos proyectos de nuestro genio», dijo Queiroz, quien anunció además unos actos conmemorativos el próximo 15 de diciembre, día en queNiemeyer cumpliría 105 años.

Tras los homenajes en Brasilia el cadáver de Niemeyer retornará esta noche a Río de Janeiro, donde mañana será velado en el Palacio da Cidade, y por la tarde será sepultado en el cementerio de Sao Joao, en el barrio de Botafogo, un acto reservado para sus familiares y amigos más cercanos. EFE

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