Empieza la despedida del 2012

Monigotes que serán incinerados en la Nochevieja se promocionan ya en las calles, mientras exóticas viudas alistan atrevidos atuendos para pedir caridad a los transeúntes y «pagar el funeral» del Año Viejo.

Los «años viejos», se queman a las 12 de la noche del 31 de diciembre, y con ello los ecuatorianos incineran también las penas y alegrías del año que termina.

Los políticos que han dado qué decir suelen ser «los más quemados», aunque también lo son «buenos personajes» y acontecimientos. En Guayaquil, por ejemplo, arderán alegorías del club de fútbol Barcelona, ídolo del país y actual campeón.

Damián Díaz, el argentino que comanda el ataque barcelonista, no escapará a la quema, por ser considerado uno de los mejores del equipo guayaquileño, que volvió a lucir una corona después de 14 años.

En Quito, en cambio, monigotes alusivos a la figura de su alcalde, Augusto Barrera, son los de mayor demanda, según reveló a Efe Jacqueline, una vendedora de la «Asociación de Pequeños Comerciantes 31 de Diciembre», que tiene su puesto en la transitada avenida América.

Sin embargo, lo que más vende Jacqueline son las pelucas y unas voluptuosas prótesis de pechos de mujer, muy apreciadas por hombres que se travestirán en exóticas y sensuales viudas el 31 de diciembre, para seducir a los transeúntes a los que pedirán «limosnas» para «pagar el funeral» del año viejo.

Los más atrevidos incluso usarán una especie de delantal que al destapar la parte baja aparece un pene, pues el objetivo es «captar la atención de los inocentes» ciudadanos para que contribuyan con las «limosnas», señaló otra vendedora.

Pero son las mujeres las que más adquieren las pelucas multicolores y antifaces, aunque el disfrazarse es una acción generalizada entre los ciudadanos para despedir el año.

Por eso, el tradicional Palacio de la Careta es un sitio obligado para los quiteños en esta época, ya que ahí se pueden encontrar rostros de todo tipo, tamaño y costo.

Su propietario, Vicente Paredes, que lleva en el negocio 41 años, no se queja por la venta que inició desde septiembre pasado. «Nuestro local siempre está repleto» por la variedad de caretas de goma que ofrece, según dijo a Efe.

«Don Pato», uno de los dos operarios que trabaja en su taller, aseguró que se confeccionan hasta unas 70 máscaras por día, aunque mientras más se acerca el 31 de diciembre la labor se intensifica.

«Los ecuatorianos somos alegres, por excelencia», aseguró Paredes al opinar que en este año «la gente también festeja el hecho de que no se acabó el mundo», como especulaban algunos sobre las interpretaciones del calendario maya.

«La gente, entonces, va a festejar el fin de año con alegría, como debe ser, y recibir al nuevo año con energías renovadas», añadió Paredes, de 64 años, que ha pasado más de la mitad de su vida en el negocio de las caretas.

En Guayaquil, el nudo económico del país, es la calle 6 de marzo la que luce en esta época grandes monigotes, la mayoría confeccionados de cartón y madera.

Figuras de personajes de películas y de la farándula nacional, políticos y presentadores de televisión se pueden apreciar en esa zona, pero ahora predominan los motivos relacionados con el «equipo torero», como los aficionados conocen al Barcelona.

La quema de los «años viejos», según algunos historiadores, se repite en localidades de Colombia, Perú y Venezuela, y probablemente proviene de las tradicionales fallas valencianas, aunque el ritual de las viudas es particularmente llamativo en Ecuador.

La colecta de las «viudas» se invierte en la misma fiesta organizada por los jóvenes de los barrios que se corona con la leída del «testamento», rimas satíricas sobre hechos políticos o sociales destacados durante el año que termina.

Sin embargo, la celebración en Ecuador también recoge otro tipo de tradiciones religiosas como la participación en «la Misa del Gallo» o las cábalas para atraer la suerte en el año que comienza.

La cena de fin de año no falta en los hogares, aunque todo pasa por la quema de los «años viejos», la atracción principal de la Nochevieja en Ecuador.

 

APIFOTO/César Pasaca.

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