Memoria

Por Juan Jacobo Velasco
Santiago de Chile, Chile

Hace pocas semanas, tres periodistas chilenos y una par norteamericana, que están investigando diversos hechos vinculados con la dictadura chilena, sufrieron robos o intentos de robos de información de sus pesquisas -el posible nexo entre una operación de la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINA) y la muerte del ex presidente Eduardo Frei Montalva, los lavados de dinero de Pinochet, las conexiones entre los servicios de inteligencia y múltiples violaciones de DDHH y asesinatos-, que siguen sendas distintas pero apuntan a los sospechosos de siempre. La presunción de que los robos de información fueron perpetrados bajo la lógica de una operación maquinada, abrió una serie de alarmas que llevaron, por una parte, al Ministro del Interior, Andrés Chadwick, a asegurarles a los periodistas protección policial y, por otra, a que la Fiscalía iniciara las investigaciones para dilucidar culpabilidades.

Estos hechos ocurren a las puertas de que Chile recuerde 40 años del golpe militar de 1973. Y hablan bien de los cambios que se han suscitado en democracia. Durante la dictadura militar, el país sufrió el velo tupido de la censura oficial y de la denegación de justicia y libertad de prensa para las denuncias de violaciones de DDHH, muertes y desapariciones, que sumaron más de 38 mil casos. En múltiples ocasiones, el velo fue aún más opresivo cuando se amparaba en montajes para desviar la atención pública o «disfrazar” los casos, en las burlas y la vejación a los denunciantes o, derechamente, en la intimidación y el regreso al círculo de violencia soterrada cuando las víctimas o sus familiares daban cara al poder del Estado.

Los mismos periodistas que fueron amenazados, agredidos e impedidos de ejercer su profesión durante la dictadura chilena, en más de dos décadas de democracia han tratado de reconstituir los entresijos para desmenuzar la verdad de la corrupción imperante tras el golpe militar. Y lo pueden hacer, a pesar de intentos regresivos de intereses que quieren impedir la verdad, gracias a que el Gobierno –incluso uno de derecha- y la Justicia garantizan el Estado de Derecho y las garantías constitucionales, como la libertad de prensa. Hoy no hay miedo a la represión y al sometimiento. Los periodistas saben que su trabajo, en democracia, destapará la miasma que otros quieren cubrir.

El factor clave es la memoria para no olvidar hechos cuya veracidad está en entredicho. La labor del periodismo no se limita al mero acto de informar sobre los acontecimientos actuales o, pensando en esta era, instantáneos. También busca desmadejar los hilos complicados que esconden verdades incómodas. Es un trabajo de orfebrería, muchas veces ingrato, pero vaya que necesario. Lo que ocurre en Chile me hace pensar con optimismo en el Ecuador. No importa el tiempo que pase, ni la precariedad de las condiciones institucionales para la libertad de prensa. En algún momento las cosas cambiarán y la memoria dará luz a la verdad.

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