Que Dios lo tenga en su gloria

Gustavo Domínguez
Quito, Ecuador

Es extremadamente difícil no caer enredado en las pasiones que genera el fenómeno chavista cuando se pretende analizar al gran caudillo venezolano. Y es que efectivamente, el comandante Chávez y su controversial estilo de liderar a una de las naciones mas ricas de Latinoamérica, no solo cosechó victorias inéditas en las urnas venezolanas y en los corazones de los menos favorecidos de la repartición de la gran riqueza de esa nación, sino que también recolectó furibundos detractores dentro y fuera de las fronteras de su patria. Su contundente verbo atrajo tantos seguidores como detractores, y se convirtió en la voz oficial de la protesta de una Latinoamérica acostumbrada a ser ignorada y ofendida por las grandes potencias e instituciones multilaterales, dueñas de las decisiones de gobiernos que rendían pleitesía y obediencia a intereses muchas veces divorciados de las realidades sociales de nuestros empobrecidos pueblos.

El comandante Chávez, colocó a Latinoamérica en el mapa mundial, y se convirtió en el líder regional de un movimiento que pretende hablar con una sola voz por esta región cuya mayor debilidad  constituía la falta de integración y el exceso de egoísmos e individualismos de carácter político y diplomático.

No pretendo inmiscuirme en lo que Chávez ha significado como gobernante y político para Venezuela, eso le corresponde a los mismos venezolanos, pero si considero necesario realzar lo que Chávez ha significado para nuestra región, más allá del hecho de haber sido un incondicional amigo de las causas ecuatorianas en el ámbito internacional.

Y es que el Chávez que traspasó las fronteras llaneras, no tuvo disimulos para expresar la indignación y la voz de protesta que se encuentra enraizada en lo más profundo de las venas que recorren nuestra irrespetada región del planeta. Su estilo de presentar esta propuesta antiimperialista  al mundo, constituye un profundo motivo de controversia, de opiniones encontradas y apasionadamente irreconciliables, pero la esencia del mensaje, espero pueda ser mantenida y fortalecida por los líderes y políticos regionales; sin importar cual sea el estilo de manifestarlo.

Se apagó esa llama que vanidosamente anunciaba un movimiento revolucionario irreversible, se acalló esa voz que con  el envolvedor carisma de su verbo logró salpicar su revolución en muchos corazones de la región, se extinguió ese líder que tanto luchó por demostrar que los caudillos de las revoluciones son invencibles y casi supra humanos…que los excesos del trabajo, que las grandes contrariedades que generan  las responsabilidades y poderes asumidos para conseguir las metas políticas, y que el desenfreno de las pasiones que los envuelve, no afecta su condición de seres mortales.  Se apagó ese liderazgo enormemente fuerte y sin remplazo;  para dejar a un pueblo profundamente dividido, quebrado de dolor y de pesar, embarcado en un tren sin destino claro y lleno de fanáticos que creen que su mejor tributo es el irrespeto al orden y a la democracia. Ojalá Venezuela se sepa reponer con altivez, y que logre decidir sin manipulaciones y sentimentalismos si lo que más le conviene es realmente apostar por la irreversibilidad del proyecto bolivariano del siglo XXI o por nuevos vientos que sepan cosechar los aciertos de la revolución y desechar los desaciertos que suelen ser muy difícil de reconocer por los enquistados en largos períodos de poder.

Le deseo a Venezuela y a ese gran pueblo la mejor de las suertes, y al comandante Chávez, que Dios lo tenga en su gloria.

@gusdominguezm