Museos de Bélgica se adentran en espíritu ruso de Kandinsky

Bruselas, 8 mar (EFE).- Más de 150 obras pictóricas que van del simbolismo a la vanguardia rusa de principios del siglo XX, de las cuales un tercio están firmadas por Wassily Kandinsky, el fundador del arte abstracto, se exhiben a partir de hoy en Bruselas.

«Kandinsky y Rusia» permite al visitante explorar en los Museos Reales de Bélgica hasta el 30 de junio las relaciones del pintor (Moscú, 1866) con el entorno en el que creció y se desarrolló como artista, y recrea un diálogo entre el artista y sus coetáneos, entre ellos Kasimir Malévitch, a través de sus obras.

La exposición arranca con «Pintura con círculo» (1911), de Kandinsky, considerada por algunos autores como la primera obra completamente abstracta de la historia -título que le discute una acuarela sin nombre del mismo autor, que podría datar de 1910-, una obra tan pionera que nació rodeada de incomprensión, incluso por parte de su propio padre.

«Es el primer lienzo abstracto de Kandinsky, al que no ama porque no lo entiende», explica Michel Draguet, comisario de la muestra, para quien «cuando vemos de cerca el cuadro, podemos entender el problema que creaba a Kandinsky».

Tanto fue así, que el autor se deshizo del cuadro, aunque posteriormente «lo lamentará» una vez se traslade a París, donde pintará una nueva acuarela para reivindicar a aquella creación vanguardista, explica Draguet.

La exposición se centra en la década de 1901 a 1922 y explora los primeros pasos de Kandinsky hacia la abstracción. Y hacia la revolución bolchevique de octubre de 1917.

Ese cambio se «respira» en la obra de Kandinsky, que anticipó con la ruptura abstracta los cambios sociales que se estaban fraguando en Rusia, a juicio del comisario.

«Su pintura se traduce, rápidamente, en una forma de resistencia psicológica a los cambios brutales que afectan a la sociedad rusa», opina Draguet.

Tras la revolución, el autor pronto se sentirá defraudado al sentir cómo la utopía socialista se deslizaba hacia un totalitarismo, y cómo los pintores de su generación habían pasado de ser considerados unos radicales a ser objeto de la hostilidad de los constructivistas, quienes les consideraban artistas «anticuados y burgueses».

Kandinsky decidirá entonces abandonar Rusia y emigrar a Europa occidental, donde continuará desarrollando su arte abstracto, primero en Alemania y luego en Francia, donde obtendrá la nacionalidad francesa y morirá en 1944.

La huella rusa se mantendrá a lo largo de la carrera del autor, según Eugenia Petrova, responsable del Museo Ruso de San Petersburgo, que aporta parte de la obras expuestas, que también incluyen cuadros del Centro Pompidou de París y de colecciones privadas.

«Es importante explicar las artes folclóricas rusas» para entender al artista, motivo por el que la exposición recoge también ilustraciones que reflejan el arte popular del país, firmadas por Ivan Bilibine, y objetos que representan la tradición rusa, desde iconos religiosos hasta instrumentos musicales.

La muestra reproduce también parcialmente una «isba», las casas de madera tradicionales rusas que a Kandinsky impresionaban profundamente, una puerta de entrada que permite a los visitantes entrar de lleno, de una manera más física, en la espiritualidad rusa.

Uno de los objetos que más llaman la atención de la muestra es un traje de chamán.

«El chamanismo fue muy importante en la evolución de Kandinsky, su padre era de Siberia y estaba muy cercano a la cultura chamánica», explica Petrova.

La mirada rusa que ofrece esta muestra permite al visitante alejarse del «prisma occidental» con el que se conoce comúnmente a Kandinsky, para descubrir cómo uno de los mayores pioneros delarte en el siglo XX fue capaz de conjugar, a un mismo tiempo, tradición y ruptura. EFE

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