«Democracia» venezolana

Alberto Molina

Alberto Molina Flores
Quito, Ecuador

Venezuela vive la peor tragedia de sus historia, 14 años de chavismo ha sido un desgracia para el país; sin duda que los estratos más pobres son los que de alguna manera se han beneficiado del asistencialismo populista del gobierno del desaparecido Chávez que derrochó sin límites, dentro y fuera del país, los millonarios ingresos de petrodólares; ahora tenemos una sociedad polarizada, con índices de violencia terribles que lo ubican como uno de los países más peligrosos del mundo, la escasez de los productos básicos es angustiante (harina, azúcar, arroz), incluso jabón, papel higiénico, etc. ¡increíble!

Chávez, un prestidigitador de la política, una vez muerto le han convertido en un santón venerado por la imaginería popular y por conveniencia de la cúpula chavista.

Chávez, antes de su partida a Cuba y desde ahí al más allá, dispuso públicamente que  Maduro, su heredero, sea ungido como presidente; no importó que sea pisoteada la Constitución en la forma más grosera, con la complicidad de los mandatarios de la Alba y otros beneficiarios de los generosos dólares que repartió Chávez a manos llenas. Había que cumplir la voluntad del finadito; igual que un padre moribundo, ante sus deudos ávidos de saber qué van a heredar, expresa su última voluntad, esa voluntad se cumple, lo mismo ha sucedido en el caso de Venezuela.

Luego de la muerte de Chávez se convocó a elecciones para elegir presidente: un proceso viciado de todo tipo de escandalosas irregularidades, se tenía que cumplir con lo dispuesto por el “Comandante eterno”, y mediante un colosal fraude, apresuradamente Nicolás Maduro fue declarado electo como Presidente. El Presidente Correa le ha dado la absolución declarándolo como “Un gran Presidente Latinoamericano”.

Detrás de toda esta opereta  está agazapado un personaje muy importante, el Presidente de la Asamblea Nacional, el teniente Diosdado Cabello. Aparentemente no le ha importado ni ha exigido que se cumpla con la norma Constitucional, él estaba obligado a asumir la Presidencia y a convocar a elecciones, la pregunta es: ¿qué tendrá entre manos?

Heinz Dieterich, “padre” del llamado Socialismo del Siglo XXI, ha calificado a Cabello como  “ambicioso y no muy ético y, por lo tanto, no leal”. Se dice que Cabello ha amasado una inmensa fortuna. Cabe anotar que la mayoría de oficiales compañeros de promoción de Cabello, la de 1987,  actualmente tienen el mando de las más importantes unidades del Ejército.

Para desgracia de nuestros pueblos, cada vez se van afianzando las “dictaduras plebiscitarias” en Latinoamérica. En este punto cabe transcribir un fragmento de un discurso de ese respetado estadista como es el ex-presidente de Costa Rica Oscar Arias: “Hay en nuestra región gobiernos que se valen de los resultados electorales para justificar su deseo de restringir libertades individuales y perseguir a sus adversarios. Se valen de un mecanismo democrático, para subvertir las bases de la democracia. Un verdadero demócrata, si no tiene oposición, debe crearla. Demuestra su éxito en los frutos de su trabajo, y no en el producto de sus represalias. Demuestra su poder abriendo hospitales, caminos y universidades, y no coartando la libertad de opinión y expresión. Un verdadero demócrata demuestra su energía combatiendo la pobreza, la ignorancia y la inseguridad ciudadana y no imperios extranjeros y conspiraciones imaginarias. Esta región, cansada de promesas huecas y palabras vacías, necesita una legión de estadistas cada vez más tolerantes, y no una legión de gobernantes cada vez más autoritarios. Es muy fácil defender los derechos de quienes piensan igual que nosotros. Defender los derechos de quienes piensan distinto, ése es el reto del verdadero demócrata”.

No hacen falta más palabras.

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