Mujeres rescatadas enfrentan larga recuperación

Dos de las jóvenes liberadas, Amanda Berry, izquierda, y Georgina "Gina" Dejesus. en una combinación de fotos divulgada por el FBI. El jefe de la policía de Cleveland, Michael McGrath, dijo que cree que Berry, DeJesus y Michelle Knight mantenidas amarradas en la casa desde que fueron secuestradas en su adolescencia. Berry y otras dos mujeres que desaparecieron hace una décda fueron halladas el lunes 6 de mayo del 2013 en medio de la alegría de sus familias al volver a verlas. (Foto AP/FBI)

AP. Año tras año, las manecillas del reloj avanzaron y el calendario perdió sus hojas, alejando a las tres mujeres cada vez más del mundo real y hundiéndolas en una pesadilla de aislamiento.

El predicamento de las mujeres liberadas de su cautiverio en una casa de Cleveland no ha terminado. Ahora viene la recuperación del abuso sexual y el regreso a un mundo muy diferente a aquel del cual fueron arrebatadas hace una década

Sicólogos dicen que con extensos tratamientos y apoyo, es probable una mejora para las mujeres, que tenían 14, 16 y 21 años cuando fueron secuestradas. Pero es un proceso largo y difícil.

«Es como salir de un estado de coma», dijo la doctora Barbara Greenberg, sicóloga que se especializa en tratar a adolescentes víctimas de abusos. «Es una experiencia muy aislante y desconcertante».

En el mundo que las mujeres dejaron atrás, un galón (4,7 litros) de gasolina costaba 1,80 dólares. Barack Obama era senador estatal. Los teléfonos celulares apenas comenzaban a tomar fotos. No había YouTube, ni Facebook, ni iPhone.

Emerger en el futuro ya es por sí mismo algo difícil. Las dos mujeres más jóvenes lo están haciendo sin el beneficio de los cruciales años formativos.

«Al ver robada su adolescencia, no pudieron desarrollar habilidades emocionales, sicológicas y sociales», dijo Duane Bowers, que aconseja a familias traumatizadas en el Centro Nacional para Niños Desaparecidos y Explotados.

«Ellas tienen 10 años de retraso en esas habilidades. Tienen que aprenderlas antes de poder comenzar a reintegrarse a la sociedad», añadió.

Esa sociedad puede ser aterradora. Cuando la cautiva liberada Georgina DeJesús arribó a su casa del hospital, observada por una muchedumbre de periodistas, ocultó el rostro tras la capucha de su sudadera. Amanda Berry se escabulló en su casa sin ser vista.

«No se estaban escondiendo de la prensa, de las cámaras», dijo Bowers. «Se estaban escondiendo de la libertad, del espacio abierto».

En la casa de Ariel Castro, acusado de secuestrar y violar a las mujeres, el control era claustrofóbico. La policía dice que Castro las mantuvo encadenadas en el sótano y encerradas en habitaciones en el piso superior, que tuvo una hija con una de ellas, y que provocó múltiples abortos a sus cautivas a fuerza de golpes y hambre.

En todos esos años solamente se aventuraron fuera de la casa para llegar al garaje, y apenas dos veces.

«Algo tan simple como entrar a una tienda va a ser un gran problema para ellas», dice Bowers.

Jessica Donohue-Dioh, que trabaja con sobrevivientes de tráfico humano como instructora de trabajo social en la Universidad Xavier en Cincinnati, dice que la libertad de tomar decisiones es uno de los aspectos más difíciles de la recuperación.

«‘¿Cómo debo responder? ¿Qué esperan de mí?»’, dice Donohue-Dioh, describiendo una reacción típica. «Ellas pudieran sentir que no tienen opciones sobre qué es lo correcto«.

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