Papa celebra Pentecostés en la Plaza San Pedro

Ciudad del Vaticano, 19 may (Efe).- El papa Francisco dijo hoy el Espíritu Santo «salvaguarda del peligro de una Iglesia gnóstica y de una Iglesia autorreferencial, cerrada en su recinto», e «impulsa a abrir las puertas para salir, para anunciar y dar testimonio de la bondad del Evangelio».

El papa presidió la Eucaristía celebrada en la plaza de San Pedro en la solemnidad de Pentecostés con los movimientos eclesiales, comunidades y asociaciones que sumaron unas 150.000 personas y que ayer participaron en la Vigila y en la procesión a la Tumba de San Pedro.

Las palabras pronunciadas anoche por el papa han sido ampliamente recogidas por los medios de comunicación italianos: «La economía existe para servir al hombre. Nos preocupamos de los bancos mientras la gente se muere de hambre».

Durante su homilía, el papa recordó la escena del Cenáculo en Jerusalén y el episodio de «las lenguas como llamaradas», que se dividían y se posaban encima de cada uno de los apóstoles.

Como consecuencia, «se llenaron todos de Espíritu Santo», que desencadenó su fuerza irresistible, con resultados llamativos: «Empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse».

A la luz de este texto de los Hechos de los Apóstoles, quiso reflexionar el pontífice sobre tres palabras relacionadas con la acción del Espíritu: novedad, armonía, misión. 

«La novedad nos da siempre un poco de miedo, porque nos sentimos más seguros si tenemos todo bajo control (..). Y esto nos sucede también con Dios.

El papa añadió: «Tenemos miedo a que Dios nos lleve por caminos nuevos, nos saque de nuestros horizontes con frecuencia limitados, cerrados, egoístas, para abrirnos a los suyos».

«Preguntémonos -continuó-, ¿Estamos abiertos a las sorpresas de Dios»?. ¿O nos encerramos, con miedo, a la novedad del Espíritu Santo?. ¿Estamos decididos a recorrer los caminos nuevos que la novedad de Dios nos presenta o nos atrincheramos en estructuras caducas, que han perdido la capacidad de respuesta?».

La segunda idea es, explicó el papa Francisco, que el Espíritu Santo, aparentemente, crea desorden en el Iglesia, porque produce diversidad de carismas, de dones; sin embargo, bajo su acción, todo esto es una gran riqueza, «porque el Espíritu Santo es el Espíritu de unidad, que no significa uniformidad, sino reconducir todo a la armonía».

En la Iglesia, la armonía la hace el Espíritu Santo, dijo. Sólo Él puede suscitar la diversidad, la pluralidad, la multiplicidad y, al mismo tiempo, realizar la unidad, refirió.

Por último, el papa recordó que los teólogos antiguos decían que el alma es una especie de barca de vela; el Espíritu Santo es el viento que sopla la vela para hacerla avanzar y la fuerza y el ímpetu del viento son los dones del Espíritu.

El Espíritu Santo -sostuvo- nos introduce en el misterio del Dios vivo, «y nos salvaguarda del peligro de una Iglesia gnóstica y de una Iglesia autorreferencial, cerrada en su recinto; nos impulsa a abrir las puertas para salir, para anunciar y dar testimonio de la bondad del Evangelio, para comunicar el gozo de la fe, del encuentro con Cristo».

El papa argentino señaló que lo que sucedió en Jerusalén hace casi dos mil años no es un hecho lejano, es algo que llega hasta nosotros, que cada uno de nosotros podemos experimentar.

Según la sala de prensa vaticana, 200.000 personas se dieron cita hoy en la plaza de San Pedro y en la vía de la Conciliazione, la avenida que lleva a Ciudad del Vaticano.

El papa aseguró que «un renovado Pentecostés ha transformado la plaza de San Pedro en un Cenáculo a cielo abierto».

Hemos revivido -dijo- la experiencia de la Iglesia naciente, en oración con María, la Madre de Jesús.

También nosotros -agregó-, en la variedad de los carismas, «hemos experimentado la belleza de la unidad, de ser una sola cosa y esto es obra del Espíritu Santo que crea siempre nuevamente la unidad de la Iglesia». EFE

* Foto del miércoles 15 de mayo, en la Plaza de San Pedro.

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