
Afganistán (AP) — Siete combatientes del Talibán armados con granadas propulsadas por cohetes y ametralladoras lanzaron el lunes un inusual ataque a la sede operativa de la OTAN en la sección militar del aeropuerto de Kabul, lo cual les costó la vida.
Su fallido ataque demostró que, a pesar de las asfixiantes medidas de seguridad alrededor de la capital, la insurgencia en Afganistán está lejos de ser derrotada después de casi 12 años de guerra.
En muchas partes de Kabul se escucharon los disparos y explosiones del combate, que se produjo antes del amanecer. Los únicos que murieron fueron los atacantes, pero el atentado puso en evidencia los desafíos que enfrentan las incipientes fuerzas de seguridad de Afganistán ahora que se preparan para asumir el liderazgo de manos de una coalición liderada por Estados Unidos, que está retirando rápidamente sus fuerzas restantes.
Los espectaculares ataques tienen el propósito de desmoralizar a la población y sembrar la desconfianza en la capacidad de las fuerzas de seguridad afganas para proteger a sus ciudadanos.
El ataque fue uno de tres contra instalaciones del estado perpetrados el lunes por la mañana por los insurgentes.
Además del ataque al aeropuerto, seis milicianos equipados con chalecos suicidas intentaron allanar el edificio del ayuntamiento provincial en la capital de la provincia sureña de Zabul, y tres intentaron atacar un cuartel de la Policía del distrito, cerca de la capital.
En otro ataque, una bomba a la vera del camino mató a un soldado polaco miembro de las fuerzas de la OTAN.
Sediq Sediqi, portavoz del Ministerio del Interior, dijo que en Zabul los atacantes hirieron a 18 personas, entre ellas tres policías, cuando detonaron un coche bomba frente al edificio en la ciudad de Qalat, pero que las fuerzas de seguridad les dispararon y los mataron antes de que pudieran entrar.
En las afueras de Kabul, la Policía mató a un atacante y detuvo a dos otras personas que trataron de asaltar el edificio sede en el distrito de Surobi.


