Venezuela entre la desconfianza y la incertidumbre

Alberto Molina

Alberto Molina Flores
Quito, Ecuador

No hay duda de que en Venezuela se vive un clima de desconfianza en la cúpula del poder; el pueblo vive en incertidumbre, especialmente por la escasez que llena de angustia al seno familiar porque es una odisea encontrar los alimentos básicos para alimentarse, los servicios públicos (luz, agua, etc.) son una calamidad y la inseguridad es terrible.

Además del cuadro trágico brevemente descrito, la cúpula del poder político se ha convertido en un saco de alacranes, nadie confía en nadie, incluso desconfían de su propia sombra. Esto era conocido, eso explica el “Secreto del siglo XXI”: la agonía y muerte de Chávez; a la ausencia del líder, el poder iba a ser disputado a dentelladas, pese a que Chávez nombró a su heredero político antes de morir.

Maduro tuvo un revés en las elecciones, pese a las artimañas para lograr el discutido “triunfo”, pues asumió un gobierno precario, en ese momento comenzó el drama para  mantener un liderazgo y una capacidad de la que carece y empezó a ver, ya no pajaritos, sino fantasmas (dentro y fuera de Venezuela) que, según él, se han complotado para desestabilizar su gobierno.

La difusión de una grabación que presuntamente contiene una conversación entre Mario Silva, el periodista consentido de Chávez, y Aramis Palacios, un oficial de la inteligencia cubana, caldeó más el ambiente político venezolano. Según el audio, Silva le comenta al oficial cubano sobre todo tipo de corruptelas, negociados y abusos del entorno de Chávez (áulicos y familiares); además, pone en entredicho la lealtad hacia Maduro del presidente de la Asamblea, el Teniente Diosdado Cabello y del Ministro de Defensa, el Almirante Diego Molero.

Cabello es calificado por Heinz Dieterich (conocido como el padre del “Socialismo del Siglo XXI” y consultor de Chávez) como “ambicioso y no muy ético y, por lo tanto, no leal”. Se dice que Cabello ha amasado una inmensa fortuna. La promoción de 1987 (compañeros de Cabello), tiene actualmente el mando de la mayoría de Unidades operativas del Ejército.

El Almirante Molero ha negado ser parte del supuesto complot para derrocar a Maduro y, con su proverbial incondicionalidad, declaró: “¡Eso es imposible! Yo me considero chavista, institucionalista, y respetuoso de las leyes (…). El pueblo decidió en elecciones que el presidente, elegido constitucionalmente, sea Nicolás Maduro, al cual debo respeto y subordinación, y soy fiel garante del precepto constitucional para que él permanezca en el Gobierno hasta que el pueblo lo decida, y así será”. El militar en servicio activo no tiene ningún empacho de declararse “chavista” y arrogarse la condición de “garante del orden constituido”.

Para variar, Maduro con su conocida estridencia, acusa al presidente de Colombia de haberle dado “una puñalada a Venezuela por la espalda”, por haber recibido al líder de la oposición venezolana, Henrique Capriles, y que hay una conspiración en Colombia para derrocarlo y hasta asesinarlo (inoculándole veneno) en un contubernio del que forma parte “la derecha fascista” venezolana e internacional y el “poder mediático” colombiano vinculado al “poder económico” y político.

¡Qué cosas!

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