El fotógrafo de Marilyn

Jesús Ruiz Nestosa
Salamanca, España

En 1955 viajó a Egipto con un equipo de ayudantes y técnicos para hacer una fotografía de una copa de martini en pleno desierto y con las pirámides relucientes al fondo para una campaña publicitaria del vodka Smirnoff. La imagen fue considerada revolucionaria por su simplicidad. Se volvió tan popular que en el catálogo de una exposición en Manhattan, en 1988, Robert Sobieszek, curador del Museo Internacional de Fotografía y Cine de la Eastman House de Rochester (N.Y.), dijo que esa fotografía fue “la ruptura más influyente de la fotografía publicitaria de su tiempo”.

Para pasar a la fama y la popularidad, no tuvo necesidad de viajar a las arenas del desierto, sino encerrarse, durante tres días, en una suite del hotel Bel-Air de Los Ángeles con Marilyn Monroe. Su nombre: Bert Stern, quien acaba de morir en su departamento de Manhattan a la edad de 83 años. Las imágenes tomadas entonces se volvieron míticas tanto dentro de su carrera como en ese gigantesco mito que fue Marilyn Monroe. Todo contribuyó a ello: la calidad de las imágenes, la cantidad de ellas y que fue la última vez que la actriz posó. Fue en junio de 1962 y el 5 de agosto, seis semanas más tarde, la policía de Los Ángeles encontraba el cuerpo sin vida de la actriz, en su cama, a causa de una sobredosis de somníferos.

“Fue una experiencia única en mi vida, tener a Marilyn Monroe en la habitación de un hotel [la suite 261] que yo la había convertido en un estudio fotográfico y donde podía hacer todo lo que se me ocurriera”, dijo Stern en una película documental de 2010 llamada “Bert Stern: Un loco original”. Es que ni él mismo podía creerlo. Se le ocurrió la idea en Roma, donde se encontraba haciéndole fotografías a Elizabeth Taylor durante el rodaje de “Cleopatra”. Le escribió a Marilyn pidiéndole que posara para él y la invitación fue aceptada. El día acordado: 21 de junio.

Dice Stern que aquel jueves de junio preparó todo para la llegada de su modelo que no estuvo a la hora pactada. Cinco horas después, cuando creía que el proyecto había fracasado, se presentó vistiendo ajustados pantalones y sin nada de maquillaje. Desesperado por el tiempo, le preguntó de cuánto disponía y ella rió: “¿Estás bromeando? Todo el tiempo que queramos”. Stern había previsto el uso de dos cámaras: una Hasselblad 6×6 (el Rolls Royce de las cámaras) y otra de 35 mm. Y aprovechó el tiempo. En esos tres días tomó 2.600 fotografías que la actriz nunca vio. La revista “Vogue”, para la que trabajaba el fotógrafo, le dedicó diez páginas a esas fotografías que aparecieron seis semanas después de la muerte de la actriz.

En una entrevista para “Newsday” Stern dijo: “Era tan hermosa en ese momento… Yo no le dije: Posa desnuda. Fue algo más, pues una cosa fue llevando a la otra. Te quitas la ropa, y más, y más y más. Ella lo pensó un momento. Yo habré dicho algo y la pose vino sola”. Está ella de pie, atrás de un pañuelo de seda blanca con franjas rojas y se ve lo que la transparencia de la tela deja ver.

Parte de esas fotografías fueron recogidas en un libro: “Marilyn” (Tachen, 1974) con una biografía escrita por Norman Mailer y por fin todas las tomas en un volumen mamútico que apareció en el año 2000 con el nombre de “Marilyn Monroe: The Complete Last Sitting” (Marilyn Monroe: La última sesión completa) (por lo menos 500 dólares, unos 2.260.000 guaraníes).

En varias entrevistas, Stern dijo que sus fotografías eran el resultado de cómo veía él a la gente y la reflejaba de la única manera que podía hacerlo. Es por eso que siempre quiso trabajar con modelos profesionales. “Modelos más que actrices –decía– porque lo que hace a una gran modelo son sus necesidades, su deseo; y es excitante fotografiar el deseo”.

La obra de Bert Stern se encuentra hoy en los más importantes museos americanos como el Museum of Mondern Art and the Fashion, además del ya mencionado museo de fotografía en la casa de Eastman en Rochester (N.Y.). Le sobreviven dos hijas, un hijo, una hermana y tres nietos.

* Jesús Ruiz Nestosa es periodista y escritor paraguayo. Su texto ha sido publicado originalmente en el diario ABC, de Paraguay.

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