Restituir la República en Bolivia

Carlos Sánchez Berzaín
Miami, Estados Unidos

El 6 de agosto Bolivia ha cumplido 188 años de su fundación como República y paradójicamente lo ha hecho sin ser República. El socialismo del siglo XXI tiene en la Bolivia presidida por Evo Morales un país intervenido y sujeto a la agenda dictatorial que han impuesto. Al aprobar la constitución política del año 2009 (igual a la venezolana y ecuatoriana), la traición a la Patria le ha quitado la condición y el nombre de “República de Bolivia” para sustituirla por la de estado plurinacional de Bolivia.

La República tiene como fundamento el imperio de la ley, no los dictados de las personas; es un sistema en el que la soberanía radica en el pueblo que se expresa por medio del voto; es la manera de organizar el estado en la que el gobierno se elige por los ciudadanos por un tiempo determinado, fundada en la institucionalidad, donde gobernantes y gobernados están sometidos por igual a principios fundamentales. Es democracia más institucionalidad. No hay República sin democracia y sin institucionalidad.

Al quitarle a Bolivia la condición de República, los actuales detentadores del poder la han sustituido por “estado unitario y social de derecho”, agregando que se denomina “plurinacional en consideración a las cerca de cuarenta etnias indígenas que habitan su territorio…”. De esta manera además de terminar con la República buscan la destrucción de la “nación boliviana” por medio de la división del pueblo boliviano en etnias y razas. Sostenidamente pretenden ignorar a la nación boliviana y fraccionarla, cuando incluso el manipulado censo nacional de este año ha excluido el término “boliviano” y pese a eso muestra que más del 60% de los bolivianos no se definen como indígenas.

Bolivia ya no es una República desde el momento que tiene un gobernante ubicado por encima de la ley, que cuando le conviene es la ley. No hay República y no hay democracia porque la situación actual no cumple con ninguno de los elementos esenciales de la democracia exigidos por el Art. 3 de la Carta Democrática Interamericana”: el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al estado de derecho; la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e independencia de los poderes públicos”.

La República supone el respeto a la libertad y a los derechos fundamentales de los bolivianos hoy amedrentados, perseguidos, exiliados y presos políticos; hace imprescindible el retorno al estado de derecho, el freno al fraude electoral institucionalizado cuyo primer paso se ha dado con la autorización para la tercera reelección de Morales; hace imperativa la restitución de la libertad de prensa y necesaria la separación e independencia de poderes públicos que hoy no existe ya que el Gobierno tiene en el poder judicial su mecanismo de represión política.

La restitución de la República de Bolivia es primero la recuperación de la nación boliviana, del ciudadano boliviano como mestizo resultado de estos 188 años de historia y comunidad, en que confluyen no sólo etnias sino valores. Es el sentido de identidad proclamado por el proceso de liberación nacional iniciado el 9 de abril de 1952 por la Revolución Nacional que aplicó la alianza de clases frente a la lucha de clases sostenida por el marxismo. Hoy, el Gobierno interventor de Bolivia, se opone al mestizaje en su estrategia de continuar la destrucción del boliviano como aglutinador de Bolivia, para alentar la confrontación y la dependencia.

El temor del gobierno de Morales es ver que la restitución de la República de Bolivia ya se está produciendo, la están haciendo las mujeres y hombres, los ciudadanos que le han dicho al censo oficialista que no son indígenas sino bolivianos. Es la Bolivia mestiza –la única que existe- que se ha dado cuenta que el líder cocalero ha vendido la Patria, ha terminado con la democracia y pretende robar a los bolivianos su identidad nacional.

* Carlos Sánchez Berzaín es abogao, politólogo, exlegislador y exministro de Estado en Bolivia. Actual Director del Interamerican Institute for Democracy, en Miami.

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