El color del cristal

Danilo Arbilla
Montevideo, Uruguay

“Es que en este mundo traidor nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”, advirtió allá por mediados del siglo XIX, quizás inspirado y parafraseando a Shakespeare, el poeta español don Ramón de Campoamor y Campoosorio, también político y medio filósofo.

Hace unas semanas El País de Madrid, en artículo que tituló “La economía argentina se desboca”, informó que este país otrora gran granero del mundo y proveedor de carnes a casi todo el planeta, ha dejado de exportar trigo y que sus ventas de carnes al exterior están por debajo de las de sus vecinos Brasil, Uruguay y Paraguay.

Pocas horas después la presidenta Cristina Fernández de Kirchner anunciaba con bombos y platillos un espectacular crecimiento de la economía de su país en el mes de mayo (7,8%), hecho que también consignó el diario español, sin renunciar a su anterior información.

Es que no hay ningún otro país como la Argentina de los Kirchner, donde se puede aplicar mejor eso del color del cristal.

Por ejemplo la inflación: según el Gobierno, esto es, la cifras oficiales del famoso Indec, en julio fue del 0,9%, el acumulado en lo que va del año 5,7% y para los últimos doce meses llega a un 10,6%. Según datos de consultoras privadas, que son difundidos por miembros del Congreso porque aquellas tienen prohibido hacerlo, los porcentajes son otros: 2,55%, 14,3% y 25,5% respectivamente. Igual pasa con la inflación del año pasado: el Gobierno-Indec dice que fue del 10,8% y los privados del 25,6%.

No es diferente con el PBI. Oficialmente se informó que en el 2011 creció el 1,9%, mientras estudios privados afirman que hubo una contracción del 0,3%. Nada que ver una cosa con otra. Como el blanco y el negro, por hablar de colores. Y ni qué decir de la cotización del dólar, hay una oficial, otra blue, la del mercado negro, y del precio y color que se pida.

Un dato interesante: muchas publicaciones, entre ellas The Economist han dejado de publicar las cifras oficiales de Argentina, por no ser creíbles.

Hay más ejemplos, por si se necesitan: el Indec estimó el índice de pobreza para el año 2012, en el 5,4%, mientras para una investigación realizada por la Universidad Católica Argentina la tasa para el mismo año es del 24,5%. Cinco veces más. Algo parecido pasa con el índice de indigencia: para el Indec 1,5% y para los expertos de la Universidad, 5,8%.

En materia de empleo tampoco hay cambios: mientras los universitarios dicen que el desempleo (paro) fue en el año anterior del 9,3%, el Indec lo sitúa en el 6,9%.

Como se ve la variedad de lentes de colores es amplia, lo que es confirmado, incluso, por el resultado de las recientes elecciones primarias. Se afirma que implicó una aplastante derrota para el kirchnerismo. Y parecería que es así: el no kirchnerismo ganó en 14 de 23 distritos, y el partido oficialista Frente para la Victoria (FpV), votó por debajo de lo que lo hizo en las legislativas de hace dos años, y muy por debajo (más del 50%) del apoyo que recibió en las ultimas elecciones generales en que Cristina Kirchner fue reelecta como Presidente.

Es el fin del kirchnerismo, afirman muchos, restando importancia al hecho de que, no obstante, el partido más votado fue el FpV (26,3 %), que el segundo solo logro la mitad de votos (13,5%) y que el resto de los votantes se dividió en unos treinta partidos, movimientos y agrupaciones. Y esta dispersión del electorado no kirchnerista, pone sobre el tapete una realidad argentina de hoy, míresela como se la quiera mirar y con los lentes del color que se elija: la mayor fuerza de Cristina Kirchner es la falta de unidad de la oposición política.

Como me dijo un colega, no es un problema de color de los cristales; lo que pasa es que la oposición muestra una seria miopía y se niega a usar lentes, sobre cuyo color y aumento nadie duda cuales deben ser.

* El texto de Danilo Arbilla ha sido publicado originalmente en el diario ABC Color, de Paraguay.

Más relacionadas