«Listas negras» de la dictadura argentina contra el olvido

Buenos Aires, 7 nov (EFE).- El hallazgo de «listas negras» elaboradas por la dictadura argentina con nombres de artistas e intelectuales que, en muchos casos, terminaron en el exilio o desaparecidos, constituye una prueba más de la crudeza del régimen y un aliciente para la lucha contra el olvido de las víctimas.

Aunque el Gobierno de Cristina Fernández se dio un plazo de seis meses para desclasificar los 1.500 expedientes encontrados la semana pasada en el sótano de un edificio de la Fuerza Aérea y entregados al Ejecutivo por un alto mando militar, adelantó la divulgación de estas listas, en las que aparecen unos 300 nombres.

Su existencia era un secreto a voces, pero su publicación, coincidiendo con el 30 aniversario del final de la dictadura (1976-1983) y de las primeras elecciones democráticas, ha sacudido la memoria colectiva y ha arrojado algo de luz sobre los mecanismos de represión del régimen.

El hallazgo de los expedientes confirma, además, la profunda transformación que han experimentado las Fuerzas Armadas argentinas en estos 30 años, como subrayaba hoy mismo el cantautor Víctor Heredia en una entrevista con Efe en la que hablaba de un «hecho sustantivo» que muestra que el Ejército «ha empezado a comprender su rol dentro de la democracia».

Artistas, escritores, pintores, periodistas, músicos, abogados, docentes y hasta titiriteros aparecen en estas listas clasificados en categorías por su supuesta «peligrosidad» y sus «antecedentes ideológicos marxistas».

El régimen no dejó cabos sueltos e incluyó en los listados a algunos de los más reconocidos escritores argentinos -como Julio Cortázar-, actores -Norma Aleandro, Federico Luppi, Héctor Alterio o Nacha Guevara-, y periodistas -Tomás Eloy Martínez o Jacobo Timerman, el padre del actual canciller-.

Algunos, como el actor Héctor Alterio, que se exilio en España, ni siquiera militaban en un partido, y otros, como Federico Luppi todavía recuerdan las conversaciones con sus interlocutores el día en que fueron despedidos de sus trabajos: «Cuando me echaron, yo pregunté con sorna, ¿Cuánto peligro puedo representar yo para el país? Pero no supo qué contestarme».

Tampoco se olvidaron de incluir a intelectuales extranjeros, como el uruguayo Eduardo Galeano o la española María Teresa León, que precisamente se había exiliado en Argentina y vivió durante más de 20 años en Buenos Aires escapando de la dictadura franquista junto a Rafael Alberti.

Los listados mencionan también colectivos, como el circo español «La ciudad de los muchachos», fundado por un sacerdote en la década de los sesenta para darle un futuro a niños huérfanos, que llegó a ser considerado uno de los mejores de Europa y recorrió el mundo durante décadas.

Un macabro trabajo del «Equipo Compatibilizador de Interfuerzas» (ECI), encargado de la elaboración de las listas e integrado por representantes de la Secretaría de Información Pública (SIP), la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) y de las Fuerzas Armadas.

Estos documentos constituyen apenas una muestra de los expedientes encontrados que, a su vez, son una parte mínima de la documentación que familiares y víctimas buscan desde hace 30 años para acabar con los secretos del régimen.

Quedan todavía por desclasificar los documentos que revelan los planes de permanencia de los militares en el poder como mínimo hasta el año 2000, la connivencia de civiles con la Junta Militar y el cambio de rumbo tras la derrota en la Guerra de Malvinas (1982), que marcó el principio del fin.

Serán los jueces quienes, finalmente, determinen si, tal como esperan los organismos de Derechos Humanos y los familiares de las víctimas, estos documentos pueden aportar nuevas pruebas contra los represores en los tribunales.

Entretanto, estas listas refrescan la memoria de los argentinos y confirman el sinsentido de una de las dictaduras más sanguinarias de la región que, según organizaciones humanitarias, dejó 30.000 desaparecidos. EFE

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