Frente al oligopolio

Vicente Albornoz
Quito, Ecuador

Los oligopolios son algo así como ‘monopolios light’.

Los monopolios ocurren cuando hay un solo vendedor en un mercado (como en el agua potable o en la luz eléctrica). Cuando hay varios vendedores, pero igual son pocos, hay un ‘oligopolio’ (‘oligos’ viene del griego y significa ‘pocos’). Los oligopolios pueden ser tan dañinos para la economía como los monopolios porque suelen ser ineficientes, competir poco, producir poco y más caro y, encima, tienden a concentrar la riqueza en sus dueños (a costa del resto de la sociedad).

O sea, son una calamidad para la economía. Por eso se los debería combatir y, obviamente, se debería evitar cualquier política que los fomente. Existen muchas políticas que, al menos en teoría, podrían fomentar la existencia de oligopolios. Por ejemplo, las restricciones a las importaciones.

Esas restricciones son más graves si se las pone en una economía pequeña porque sus mercados tienden a ser pequeños y la poca competencia en el mercado suele venir del exterior. De manera que una política que podría fomentar los oligopolios sería restringir las importaciones en una economía pequeña, o ponerles trabas o simplemente complicarlas con normas técnicas rebuscadas.

Obviamente la importación de medicinas tiene que estar regulada (en esas áreas es mejor apostar por lo seguro), pero en otras como las baldosas de pisos o el alimento para mascotas es mejor fomentar la competencia del exterior para evitar la conformación de oligopolios locales.

También hay que evitar que se creen oligopolios de distribuidores locales de bienes importados. En general, la creación de muchas normas (incluso para la producción local) suele fomentar los oligopolios porque solo las empresas grandes pueden cumplir con todas las regulaciones que logran idear los burócratas creativos (en temas tributarios, laborales, sanitarios, societarios, por nombrar unos pocos).

La sobre-regulación solo puede ser superada por las empresas grandes porque el volumen de esfuerzo que requiere cumplirla no está en relación con el tamaño de la empresa y, proporcionalmente, es menos mientras más grande es el productor.

Lo opuesto al oligopolio es tener muchas empresas. Pero las economías pequeñas parecerían condenadas a tener pocas empresas. La solución de ese aparente nudo gordiano es buscar que las empresas se multipliquen porque no solo producen para el mercado local sino también para el exterior. Y eso se logra con acuerdos de libre comercio que abren los mercados externos.

Serían tres las políticas que hay que evitar si no se quiere fomentar los oligopolios: la restricción a las importaciones, la sobre-regulación y la inexistencia de acuerdos comerciales con los grandes mercados externos. Claro que las tres son políticas tan obviamente dañinas, que cualquier gobierno que entienda la lógica del mercado las evitará.

* El texto de Vicente Albornoz ha sido publicado originalmente en el diario El Comercio.


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