Opinión

¡Es el castrismo!

Carlos Sánchez Berzaín
Miami, Estados Unidos

No equivocarse en la definición de quién es el adversario y en reconocer cuál es el problema principal, son las bases de una buena estrategia. Lo demostró James Carvell, el estratega electoral de Bill Clinton para ganar la campaña de 1992, cuando urgido de mantener la atención y concentrar el trabajo del candidato en el tema adecuado, pegó un cartel en la oficina de campaña en el que resaltaba “la economía estúpido!”, frase que después se popularizó como «¡Es la economía, estúpido!».

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