Orange: una novela como un incendio

Ana Cristina Franco, comentarista de la novela, y Sandra Araya, autora. Tomada el 4 de septiembre del 2014. Cortesía de Carolina Morales.

Una ciudad rendida yace, indolente, en las faldas de un volcán. Una familia carga sobre sus hombros una maldición. El fuego se abre paso entre la yerba reseca y alcanza a la ciudad y a la familia. Así es ‘Orange’ (Antropófago, 2014), la opera prima de Sandra Araya. Una novela como un incendio que devora bosques y vidas.

Araya, en su libro, relata la historia de la familia Donoso, cuyos miembros han sido alcanzados, presumiblemente, por una antigua maldición que tiene que ver con el fuego. O tal vez con la locura. Pero la historia de los Donoso es, además, una historia oscura, decadente, llena de rencores. Hay una madre que odia a su hija. Una pareja de hermanos apartados, el uno del otro, por el disfraz de la muerte. Un primo grotesco. Y una ciudad que arde.

Siguiendo el consejo de Tolstoi, Sandra Araya construye un minucioso argumento de intrigas en el cual, lo único que queda claro, es que toda familia infeliz tiene su genuina forma de vivir la infelicidad. Araya ha comprendido, quizá gracias a los grandes narradores de todos los tiempos, que en el seno de toda familia se encuentra el secreto de la literatura.

Se trata de una joven escritora que sabe usar, con absoluta voluntad y sin inocencia política, la luminosidad y la sombra, como el Goya de ‘Pinturas negras’. De allí, de la dialéctica entre la luz del fuego y las oscuridades, es que ‘Orange’, en cuanto a propuesta estética, pertenece a la universal tradición de las novelas de misterio.

La autora, hay que decirlo, se atreve a jugar con fuego y no tiene miedo a quemarse. Incluso al interior de un hospital psiquiátrico. De hecho, ese, el fuego, es el único hilo conductor que concibe para dilucidar, entre el humo del incendio, una furiosa historia de amor que constituye el corazón oculto de su novela.

Hay amores que matan, como el que se esconde en la historia de la familia Donoso. Amores brutales, incomprensibles, irremediablemente equívocos y necios en su capacidad de entrega. Son amores que arden y están condenados a arder en el fuego eterno de lo inconcebible. Amores que nacen muertos, para los cuales la muerte es la mayor valentía y la única salvación.

Presentada al público el pasado 4 de septiembre, ‘Orange’ se propone como el primer eslabón de una obra prometedora. Su mayor mérito, probablemente, es el de poner al público ecuatoriano en diálogo con algunas de las corrientes estéticas y tradiciones literarias más sofisticadas de la novela contemporánea.

Miguel Molina Díaz

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