Hallazgo de expedición ártica se convierte en arma política para Canadá

Toronto (Canadá), 14 sep (EFE).- El descubrimiento en el Ártico canadiense de uno de los dos barcos utilizados a mediados del siglo XIX en la fallida exploración del británico John Franklin se ha convertido en un evento histórico y una herramienta política para el primer ministro canadiense, Stephen Harper.

El hallazgo de uno de los dos barcos de la expedición que se perdió en 1846 intentando recorrer el llamado Pasaje del Noroeste en el Ártico canadiense, fue anunciado el pasado 9 de septiembre con bombo y platillo personalmente por el primer ministro canadiense, Stephen Harper.

«Estoy encantado de anunciar que la Expedición Estrecho de Victoria de este año ha resuelto uno de los grandes misterios de Canadá, con el descubrimiento de uno de los dos barcos pertenecientes a la Expedición Franklin desaparecidos en 1846», declaró Harper.

«Este es un momento realmente histórico para Canadá. Los barcos de Franklin son importantes para la historia canadiense dado que sus expediciones, que ocurrieron hace casi 200 años, establecieron los cimientos de la soberanía de Canadá en el Ártico», añadió.

La referencia de Harper se enmarca en la creciente disputa entre Canadá, Rusia y Estados Unidos para reclamar las regiones árticas, ricas en petróleo, gas y otros recursos naturales, como parte de sus territorios.
John Franklin
El anuncio se produjo pocos días después de que Harper y su mujer, Laureen, dedicasen parte de su viaje anual al Ártico a visitar el equipo que desde hace seis años busca los restos de los barcos Erebus y Terror en el estrecho Victoria, en las proximidades de la isla King William.

Además de Harper y su esposa, al viaje se unieron acaudalados canadienses, entre ellos Jim Balsillie, uno de los fundadores de BlackBerry y que está financiando parte de la búsqueda de los restos de la Expedición Franklin.

Balsillie, como Harper, calificó el hallazgo de uno de los dos barcos de Franklin (cuya identidad exacta todavía es desconocida) en el fondo de las gélidas aguas del Ártico como un momento histórico de Canadá y la apertura del norte del país.

Pero tras los primeros días de hipérboles, otras voces están cuestionando la importancia real del descubrimiento y el sentido de la «obsesión» de Harper, como la han definido los principales medios de comunicación, con la expedición de John Franklin.

Para empezar, el «misterio» de lo sucedido con la expedición del marino británico no lo es tanto. Desde hace décadas se sabe lo que sucedió con los barcos y los 129 miembros de la expedición.

Tras partir del Reino Unido en mayo de 1845, Terror y Erebus navegaron hacia Groenlandia. En julio de ese año, los barcos fueron avistados en la bahía de Baffin, entre Groenlandia y Canadá, dispuestos a entrar en el Pasaje del Noroeste.

Las sucesivas expediciones enviadas tras su desaparición y el trabajo de los científicos ha revelado que los barcos quedaron atrapados en hielo en 1846 entre las islas Somerset y Prince of Wales. Los hombres de Franklin se vieron obligados a abandonar los barcos.

Poco a poco el frío, las enfermedades, el envenenamiento con plomo (a través del agua de los barcos o las comidas enlatadas que transportaban) y finalmente la falta de alimentos acabaron con la vida de los tripulantes. Los científicos también han concluido que algunos recurrieron al canibalismo para intentar sobrevivir.

El mayor misterio que quedaba por resolver era el lugar donde los barcos finalmente se hundieron tras ser arrastrados por el hielo del Ártico. Pero ni siquiera eso era totalmente desconocido.

Durante años, los arqueólogos e historiadores buscaron en los lugares equivocados porque ignoraron el testimonio de los únicos testigos presentes, los inuit, los indígenas del Ártico.

La tradición oral de los inuit identifica exactamente donde reposaba el barco ahora descubierto por Canadá tras invertir millones de dólares y utilizar las tecnologías más avanzadas. Pero su testimonio fue ignorado.

Tras el «descubrimiento» la poeta indígena canadiense Marilyn Dumont preguntó por qué, si los datos aportados por los inuit han sido fundamentales para el hallazgo del barco y otros objetos de la expedición de Franklin, «¿los inuit no son señalados como ‘descubridores’?». EFE

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