Viaje al círculo de fuego

Carlos Arcos Cabrera
Quito, Ecuador

Peter Mussfeldt y Leonado Valencia presentaron Soles de Mussfeldt. Viaje al círculo de fuego (La Caracola Editores, Quito, 2014). El libro es el resultado de una propuesta provocadora. Nunca será libro de una sola lectura. Nos acompañará siempre y nos sobrevivirá por la calidad de la obra pictórica de Mussfeldt, por los textos audaces de Leonardo Valencia.

De Mussfeldt (Berlín, 1938) se puede recordar su amplia y reconocida trayectoria como diseñador gráfico de vanguardia y un artista que ha experimentado con todas las técnicas de la pintura. Su colección de serigrafías y otras técnicas, conocidas como Soles, constituye un conjunto creativo que es el eje del libro. En fin, es uno de los grandes del diseño y de la pintura que, por los azares de la vida, decidió hacer su vida en Guayaquil. Leonardo Valencia (Guayaquil, 1969) es actualmente el escritor ecuatoriano más destacado, autor de la colección de cuentos La luna nómada (1995), de las novelas El desterrado (2000), El libro flotante de Caytran Dölphin (2006), sorprendente ficción sobre Guayaquil) y Kazbek (2008). Autor del incisivo ensayo El síndrome de Falcón (2008). Por otros azares y circunstancias hace su vida en Barcelona. Dos exilios en dirección distinta, dos búsquedas creativas que se encuentran en un libro.

Soles de Mussfeldt. Viaje al círculo de fuego es único y hace del libro, no un objeto, sino también un libro-caleidoscópico, libro-laberinto, libro-oráculo. De allí que podamos abrirlo en cualquier página que inevitablemente nos llevará al final o al comienzo. ¡Qué importa! El amanecer es final de la noche y comienzo del día, la noche es fin del día y comienzo del reino de la oscuridad.

El libro transcurre en otro anclaje a más del anclaje temporal, el de la imagen y palabra. La palabra de Leonardo Valencia da luces, ilumina, la pintura de Mussfeldt, aporta a la comprensión de las mutaciones desde el Ortus, hasta la Noctis. Es una mezcla de lenguajes, perspectivas, estilos, grafías y composición. El lenguaje reacciona ante la pintura, ese otro lenguaje: toma distancia y se apoya en una reflexión, llamémosla apolínea, explica, da razones, busca argumentos, descifra la propuesta estética de Mussfeldt. El prólogo y párrafos enteros del Ortus están en este registro.

Sin embargo, en medio de este lenguaje aparecen textos que abandonan la distancia reflexiva y que se dejan arrastrar por las emociones y pasiones que la propia pintura desata. Ya no se trata de comprender o interpretar, sino de «vivir» la pintura, de abandonarse a las sensaciones y pasiones que nos despierta, cuando en palabras de Leonardo Valencia: «Mirar es fundar un nuevo nombre que se pronuncia a solas». Entonces los textos de Leonardo Valencia se transforman en poesía: «Cabecita que se asoma / ya no hay sol otro sol»… «lo que está solo es impredecible / lo que es doble y se suma ya es una historia». Hasta que finalmente llega la Noctis, que es un largo poema. Escribe Leonardo Valencia: «Vuelve la noche / la noche primigenia / la perpetua cerrada oscuridad pululante de brillos remotos / en el frío hervor de los elementos nocturnos hay organismos rampantes / despiertan ateridos por el terror de la oscuridad…».

Imagen y palabra son parte de un juego de espejos, en que el reflejo del uno no es, necesariamente, la reproducción exacta de la imagen del otro. Son reflejos tamizados por cada uno de los lenguajes, son reflejos en los cuales el otro lenguaje, la palabra y la imagen pictórica, han dejado su marca. Son los soles de las diversas épocas de Mussfeldt los que van hiriendo el lenguaje de Valencia y a la vez, lo van reverdeciendo.

Los soles en su metamorfosis, desde aquellos del período 1966-1970, hasta los que dominan la noche (soles hirientes de saetas y espinas que han dejado atrás las sensuales formas sinuosas, onduladas, circulares) impiden que el lenguaje de Leonardo Valencia, sus textos, se cosifiquen en una pura descripción, en una reproducción hablada, en una narración plana de las creaciones de Mussfeldt. Sólo así se explica que el texto analítico inicial, finalmente es doblegado por la fuerza de la imagen, convirtiéndose también en imagen poética. Es un paroxismo en que se conjuga la pasión de dos lenguajes. Finalmente son los soles que iluminan el texto.

Soles de Mussfeldt. Viaje al círculo de fuego se cierra. Es un cierre temporal. Otras manos lo abrirán, no importa la página, no importa si es un sol de mediodía o del amanecer. Inevitablemente, seguirán el dictado de un tiempo mítico, el tiempo del círculo de fuego. El libro invita a un recorrido que puede iniciarse en cualquier punto del ciclo temporal establecido por Leonardo Valencia y Peter Mussfeldt: Ortus (amanecer), Merides (mediodía), Noctis (noche). Volveremos al amanecer, volveremos a la noche o volveremos al mediodía: el sol es un círculo de fuego y el día, con su noche, es en un círculo, un reiterado comienzo y un reiterado final.

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