¿Tu quoque, Pepe?

Danilo Arbilla
Montevideo, Uruguay

Lula, al igual que el César –cuyo rol no le disgusta para nada–, podría hoy preguntarle a su admirador y amigo, el expresidente uruguayo José Mujica, ¿Tú también, Pepe?

Quizás ya se lo preguntó.

Gran revuelo han provocado los periodistas Andrés Danza y Ernesto Tulbovitz (editor general y editor de Política, respectivamente, del semanario Búsqueda, de Montevideo) con su libro –“Una oveja negra al poder” “Confesiones e intimidades de José Mujica”–, a raíz de unas referencias que sobre el líder brasileño, “el mensalão” y la corrupción en Brasil hace el exguerrillero tupamaro, las que se recogen en la página 211.

Solo una página y tres breves frases atribuidas al expresidente Lula han generado grandes turbulencias: planteos de investigación en el Senado de Brasil y para que Mujica sea convocado a tales efectos, una llamada personal de Lula a Mujica, aclaraciones de este en el sentido de que fue malinterpretado y que eso no fue lo que dijo (“los periodistas adornan”, argumentó), titulares y destaque en toda la prensa del hemisferio y de Europa. Y por supuesto unos cuantos reproches contra los periodistas: siempre la culpa se le carga al mensajero.

¿Y qué dijo Mujica en relación al “mensalão” –compra de votos de legisladores durante el primer gobierno de Lula, por lo cual fueron condenados por la Justicia altos dirigentes del PT, entre ellos José Dirceu, mano derecha, amigo personal y jefe de Gabinete de Lula– y la corrupción política en Brasil?

Por un lado está lo que el libro dice que Mujica dijo: que Lula fue uno de sus grandes amigos de la política internacional, un modelo, unos de sus faros. Que “Lula no es un corrupto como sí lo era Collor de Mello y otros expresidentes brasileños”; que Lula vivió todo ese episodio con angustia y con un poco de culpa; que estaba apesadumbrado; que lo de “el mensalão es más viejo que el agujero del mate”; que grandes políticos de la Historia debieron recurrir a mecanismos similares y que “a veces, ese es el precio infame de las grandes obras”.

Ahora, por el otro, está lo que los periodistas dicen que Mujica les contó que Lula dijo: “En este mundo he tenido que lidiar con muchas cosas inmorales, chantajes”. “Esa era la única forma de gobernar Brasil” y “El mensalão también es este país, todo es a lo grande”. Y paremos de contar: ninguna otra cosa se atribuye a Lula.

Siendo así, todo se limitaría a las acepciones del verbo lidiar; si se aceptan las más recibidas, como batallar, pelear, hacer frente, oponerse, combatir, luchar con el toro incitándolo y esquivando hasta darle muerte, habría poco para reprocharle a Lula.

Pero parecería que algunos miembros del Senado y de la prensa brasileña, para empezar, y alguna gente más y en unos cuantos lugares también, se inclinan por una acepción no tan usada; la de “tratar o comerciar con una o más personas que causan molestias y ejercitan la paciencia”. Si se sustituye “una o más personas” por “congresistas de la oposición o díscolos”, lo dicho por el fundador del PT –según dice el libro, que Mujica dijo que Lula le dijo– tiene otro cariz. El giro es otro.

Como se indicó, de las 302 páginas del libro a lo sumo una y media está dedicada a Lula. Mujica aborda otros temas con enfoques y afirmaciones tan o más polémicas. Por ejemplo respecto a Cristina Kirchner y “la Cámpora”, Evo Morales, Chávez y Maduro, e incluso sus tesis propias –muy anarquista él, según se confiesa– sobre temas como validez de la Constitución y del Estado de Derecho, la supremacía de la política, y algunos más.

¿Qué pasó en este caso? Lo que ocurre es que son muchos los que no creen que Lula nunca supo nada y que no estuvo involucrado en los casos de “el mensalão” o en Petrobras –en investigación–, y en los que por el momento se le mantiene fuera, o en el manejo de influencias, por el cual –según informaciones– sí se le investiga.

Se afirma, con fundamento, que la justicia brasileña, que hasta ahora ha rendido con éxito variados exámenes, tiene aún una materia pendiente: la de investigar a fondo y juzgar a Lula. Quizás por ello es que hay quienes piensan que habría que aprovecharse de la credibilidad que goza el extupamaro y expresidente uruguayo, para ayudarle a los jueces brasileños a encarar esa asignatura y a pasar con éxito también ese difícil examen.

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* El texto de Danilo Arbilla ha sido publicado originalmente en el diario ABC Collor, de Paraguay.

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